A mediados de 2024, visité Úmbita para llevar a cabo un trámite. Al bajar del automóvil, me sorprendió ser visto como un extraño en el parque donde jugaba de niño. La zona ha cambiado mucho desde mi infancia, con nuevas construcciones reemplazando a las casas de adobe de antaño. Incluso el parque ha sido modificado, con la adición de palmeras y el traslado de estatuas y monumentos.
Mientras esperaba en el atrio de la iglesia, recordé mi infancia en este lugar. Pasé momentos felices aquí, jugando y mirando las procesiones de Semana Santa. Sin embargo, me entristeció ver que la casa de tres pisos que solía ver desde el parque está ahora en mal estado, con partes del revestimiento exterior desprendido.
Lo que más llamó mi atención fue un mural en el segundo piso de la casa. Representa a un jinete mexicano sobre un caballo castaño, con una botella de cerveza y una leyenda en la parte superior. Este mural despertó en mí una oleada de emociones y recuerdos de mi infancia en Úmbita.
Aunque he pasado cientos de veces frente a esta casa, nunca me había detenido a observar el mural. Pero en ese momento, me hizo sentir una conexión especial con el lugar donde crecí. Es increíble cómo un simple mural puede evocar tantos recuerdos y emociones.
Desafortunadamente, la casa necesita reparaciones urgentes y corre el riesgo de desaparecer. Pero incluso si eso sucede, siempre podré mirar hacia el cerro de El Castillejo, que ha sido testigo de toda la historia de Úmbita.