El pasado 5 de agosto, el precio al contado del oro se redujo en casi 36 dólares, equivalentes a un 1,5%, situándose en torno a los 2.407 dólares la onza. Este descenso en el precio del oro se produjo en un contexto de caída libre de las acciones en Wall Street y de precios récord del crudo a mínimos de 2024. Estas fluctuaciones se deben, en parte, al aumento de la tasa de desempleo en Estados Unidos, que alcanzó el 4,3% en julio, lo que ha llevado a los inversores a temer un posible escenario de recesión en el país.
El Nikkei, el índice bursátil que refleja la fluctuación de los precios de las acciones de 225 empresas líderes en Japón, experimentó una caída de casi 4.000 puntos básicos en las primeras horas del 5 de agosto, representando una bajada del 13%. Este descenso supera la peor caída histórica del lunes negro de 1987, cuando el desplome fue de 3.836,33 puntos.
El oro, a menudo considerado un refugio seguro en tiempos de inestabilidad económica, no siempre se comporta de la misma forma en escenarios de extrema incertidumbre. Adam Button, economista y comentarista de mercados en ForexLive, afirmó que al oro le va bien cuando las cosas van mal, pero no cuando van realmente mal.
En cuanto al comportamiento de la bolsa en los últimos días, tanto el índice SP 500 como el Nasdaq experimentaron pérdidas de alrededor del 3% cada uno, lo que supone sus peores días de negociación en casi dos años. El índice SP 500, que sigue las acciones de las 500 principales empresas estadounidenses, cerró con una caída del 2,99%, mientras que el Nasdaq, con un gran componente tecnológico, terminó el día con una bajada del 3,4%.