En una fría noche de julio de 2021 en Río Gallegos, tres hermanos de 13, 12 y 10 años deciden huir de su hogar. Los dos varones, impulsados por el miedo, escapan por la ventana del baño, mientras que la niña, paralizada por el pánico, se queda en casa. Los chicos corren hacia la comisaría y relatan a los policías que habían roto una tableta accidentalmente, lo que consideraban una amenaza demasiado grande para ellos.
Con voz temblorosa, los niños describen el infierno que viven en su hogar: son torturados, obligados a comer excrementos y vómito, golpeados con un tubo y encerrados todo el día. Además, temen el castigo de su padre y su pareja si se enteran del accidente con la tableta.
Los policías, impactados por la historia, notan una oreja deformada en el niño más pequeño, quien les cuenta que es por las mordidas de su madrastra. Los agentes deciden intervenir y acuden al departamento en el centro de la capital de Santa Cruz. Un miembro de un organismo de minoría rescata a la niña y pone a salvo a los tres hermanos.
Roxana V. y David F. serán juzgados el miércoles 7 de julio por lesiones graves calificadas por ensañamiento y alevosía, amenazas y reducción a la servidumbre. Gracias a la rotura de la tableta y al miedo a morir, los niños pudieron salvar sus vidas.
Jorge Godoy, de la Defensoría Pública Oficial de Niños, Niñas y Adolescentes N°2 de Santa Cruz, destaca la importancia de la rotura de la tableta en la salvación de los niños y lamenta la falta de protección durante la pandemia, cuando los niños estaban encerrados y sin asistencia escolar, un importante detector de vulneraciones de derechos.
Los hermanos habían vivido antes con su madre biológica, pero se fueron porque el padrastro les pegaba. La madre estaba involucrada en una causa por drogas y los niños sufrían una situación de extrema vulnerabilidad.
Los niños fueron torturados física y psicológicamente: recibían golpes en todo el cuerpo, eran obligados a comer excrementos y vomito, encerrados en una habitación y tratados como esclavos. El menor de los hermanos, aterrorizado por su madrastra, llegó al extremo de hacerse caca encima y comérsela. La niña fue obligada a comer del plato con su vómito.
Gracias a las declaraciones en cámara Gesell y los exámenes médicos, la jueza de instrucción Marcela Quintana ordenó la detención de la pareja en diciembre de 2021. La madrastra también amenazó a la niña con atentar contra su integridad sexual, pero no pudo probarse la presencia de una situación de abuso.
Los dos varones viven hoy con una tía materna en Río Gallegos y van a la escuela. La niña se mudó al norte del país con otro familiar. El mayor, que hoy tiene 16 años, declarará en el juicio y quiere contar lo que le pasó a él y a sus hermanos. El menor, por su edad, no puede declarar, pero quiere expresar sus expectativas del juicio a través de un video.