La fuerza inspiradora del poeta, su esperanza, se mantiene vigorosa y sagrada mientras continúa creando versos impregnados de su ser. Espera con impaciencia la llegada de nuevas jornadas o noches plateadas para plasmar historias eternas y llenas de amor o tormentos. Con sus manos, dibuja líneas y colores que varían según su estado de ánimo, alegre o tranquilo. A veces, escribe con lágrimas en los ojos, otras con una sonrisa en el rostro, pero siempre encuentra motivos y razones para esculpir en frases mil palabras que recuerden su camino poético y su búsqueda de esperanza.
En las noches, estrellas y luciérnagas rodean al poeta, iluminándolo con su tenue brillo. A medida que avanza, las luciérnagas van apagando sus luces, mostrándole la línea que separa la nostalgia de la realidad. El cielo se tiñe del color de la noche, tocando sus pies y aclarando el paso del tiempo. Luciérnagas y estrellas se funden con el sol para alumbrar nuevamente la oscuridad y dar sentido al camino del poeta.
Myriam Buriticá, nacida en Facatativá, Cundinamarca, es una soñadora que encuentra en la poesía el lenguaje de su alma. A través de la poesía, expresa sus sentimientos y pensamientos más profundos. Su poemario El alma en un verso es una muestra de su conexión con el mundo poético y su búsqueda de esperanza.