La arrestación de varios miembros del ejército israelí, supuestamente involucrados en actos de tortura contra un prisionero palestino, desencadenó una serie de incidentes que incluyeron confrontaciones con la Policía Militar y culminaron con el asalto a dos cuarteles israelíes.
Es lamentable que estos hechos se produzcan en medio de un conflicto ya de por sí complejo y delicado. La tortura y el maltrato a detenidos son prácticas inaceptables y contrarias a los derechos humanos, y quienes las cometen deben ser llevados ante la justicia.
Esperemos que estos acontecimientos no socaven aún más la confianza entre las partes involucradas y que, por el contrario, contribuyan a un clima de mayor respeto y consideración hacia los derechos y la dignidad de todos los implicados en el conflicto.