Durante la solemne ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París, se vivió un bochornoso instante cuando la bandera olímpica fue izada al revés. Este error involuntario causó vergüenza en los organizadores y sorpresa entre los espectadores que presenciaban el evento final de la ceremonia. Los responsables de llevar a cabo una de las tradiciones más antiguas de los juegos cometieron un error al colocar la bandera en el mástil, lo que resultó en la exhibición de los cinco anillos completamente invertidos una vez que se elevó.
Este desliz, aunque sin intención, pone de manifiesto la importancia de los detalles en eventos de gran trascendencia como los Juegos Olímpicos. Afortunadamente, el espíritu olímpico prevaleció y el momento fue pronto olvidado, dando paso a la competencia deportiva en sí. No obstante, este incidente servirá como recordatorio de la necesidad de prestar atención a los pequeños, pero significativos, aspectos de la organización de tales eventos en el futuro.