
No se trata solo de caminos de paso; son venas que transportan toneladas de drogas, dinero y poder. Algunos estados mexicanos se han convertido en piezas cruciales en el tablero del crimen organizado, lo que ha provocado un aumento en la violencia. Desde los cruces fronterizos hasta los puertos marítimos, la lucha por el control de estas rutas de contrabando reconfigura constantemente el equilibrio de fuerzas entre grupos delictivos, autoridades y comunidades atrapadas en el fuego cruzado. Sin embargo, existen entidades y rutas clave para las actividades de los grupos criminales. A continuación, te explicamos los detalles.
La geografía del narcotráfico en México está en constante cambio. Los grupos criminales modifican sus alianzas, enfrentan operativos gubernamentales o sufren divisiones internas. No obstante, hay estados que, por su ubicación estratégica, acceso a fronteras internacionales, puertos marítimos o puntos de distribución interna, permanecen en el centro del conflicto. A estos territorios se les conoce como bastiones, donde los grupos criminales tienen un control significativo o casi absoluto sobre diversas actividades, desde el cultivo y producción de drogas hasta el cobro de extorsiones, el control de rutas de contrabando y la infiltración de estructuras gubernamentales.
Un claro ejemplo de un bastión en disputa es Michoacán. Su geografía lo convierte en una joya estratégica: costas en el Pacífico, sierras para ocultar laboratorios clandestinos y una zona agrícola próspera donde grupos como el Cártel Jalisco Nueva Generación CJNG, Los Viagras, remanentes de Los Caballeros Templarios y células de La Familia Michoacana luchan por el control. Lo mismo ocurre en Sinaloa, cuna del Cártel de Sinaloa y punto neurálgico en la historia del narcotráfico en México. Otras entidades clave son Jalisco, Tamaulipas y Baja California.
Detrás de cada enfrentamiento entre cárteles, cada desplazamiento forzado y cada operativo militar en México, hay un factor común: la disputa por el control del territorio. Pero no se trata solo de dominar ciudades o comunidades; el verdadero objetivo son las rutas. Los estados que concentran estas rutas se convierten en zonas de alta tensión. Algunos son puntos de partida, otros son nodos logísticos con salidas al mar o a Estados Unidos, mientras que otros conectan a ambos. En este apartado destacan entidades del norte como Baja California, Sonora, Chihuahua y Tamaulipas, cuya importancia radica en la frontera que comparten con Estados Unidos, lo que las convierte en zonas fundamentales para el trasiego de drogas, el tráfico de armas y de migrantes.
Desde el Pacífico hasta el Golfo de México, hay estados que se han convertido en piezas clave por una razón muy simple: tienen costa. A través de ellos, los cárteles mueven precursores químicos provenientes de Asia, así como cargamentos de droga que tienen como destino Estados Unidos, Centroamérica o incluso Europa. Entre los principales puertos controlados por los cárteles de drogas destacan el de Manzanillo, Colima, y el de Lázaro Cárdenas, en Michoacán.,