
La frontera entre México y Estados Unidos se ha transformado en un territorio codiciado por los cárteles de narcotráfico, dejando de ser solo un punto de cruce migratorio para convertirse en una pieza clave de las operaciones criminales. Las organizaciones delictivas han establecido redes en esta zona, que abarcan desde Baja California hasta Tamaulipas, y no solo se dedican al tráfico de drogas, sinohan expandido sus actividades ilícitas al contrabando de armas y al tráfico de migrantes.
A diferencia de lo que la Administración de Control de Drogas DEA afirmó en 2024, los cárteles no controlan ningún cruce fronterizo entre los dos países, pero han identificado zonas estratégicas a lo largo de los más de 3,100 kilómetros de frontera para sus operaciones. Los estados de Tamaulipas, Sonora y Baja California son algunas de las regiones con mayores disputas entre los grupos criminales.
En zonas como Sonora y Chihuahua, la lucha por el control del territorio ha desencadenado enfrentamientos armados, el desplazamiento de comunidades y un aumento constante en los niveles de violencia. Por ejemplo, en estados como Sonora y Chihuahua, células del Cártel de Sinaloa y del Cártel de Caborca se disputan el control directo de los pasos hacia el norte.
La frontera entre México y Estados Unidos es vital para las organizaciones criminales, no solo en zonas rurales, sino también en ciudades como Nuevo Laredo, Ciudad Juárez o Tijuana, donde el tráfico de drogas, armas y personas es parte de un sistema complejo que opera a ambos lados de la frontera.
En la Evaluación Nacional de Amenazas por Drogas 2024, la DEA señaló que el Cártel de Sinaloa tiene un control casi total sobre la región fronteriza al sur de Arizona, lo que le permite el acceso a los puntos de entrada de San Luis Río Colorado y Nogales, en Sonora. Además, la organización criminal tiene presencia en entidades fronterizas de California y opera en la garita de San Ysidro y Otay Mesa.
El negocio del tráfico de migrantes se ha convertido en una de las principales fuentes de ingresos de los cárteles en los últimos años. Los grupos criminales han convertido el paso de personas en una industria paralela, controlando rutas, impusiendo tarifas y utilizando la necesidad humana como mercancía. Sin embargo, el control de los flujos migratorios no solo es una cuestión económica, sino también estratégica.
A través del cruce ilegal de migrantes, los cárteles monitorean la presencia de autoridades, identifican rutas seguras y aprovechan los movimientos masivos como distracción para transportar drogas, armas o dinero en paralelo. Los migrantes que buscan llegar a Estados Unidos se enfrentan a graves riesgos, ya que sus vidas y seguridad corren peligro.
La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito UNODC define al tráfico de migrantes como la facilitación del cruce ilegal de fronteras o de la residencia ilegal con el objetivo de obtener un beneficio financiero u otro material. El organismo advierte que los migrantes objeto de tráfico son vulnerables a la explotación y el abuso.
En su más reciente informe, la DEA advierte que el Cártel de Sinaloa y el Cártel del Noreste CDN participan significativamente en el tráfico de migrantes, al igual que el Cártel del Golfo CDG. Respecto al Cártel Jalisco Nueva Generación CJNG,
la DEA descarta que participe en el cruce ilegal de personas, pero contribuye al problema a través de la imposición de tarifas a grupos menores o personas que buscan llegar por su propia cuenta. En la próxima entrega, se explicará cómo el crimen organizado ha logrado influir no solo en territorios físicos, sino también en el pensamiento y el miedo colectivo.,