
En México, el crimen organizado ha diversificado sus fuentes de ingreso más allá del narcotráfico. Las actividades ilegales que antes pasaban desapercibidas ahora se han vuelto esenciales para el funcionamiento y el crecimiento de los cárteles. El robo y contrabando de combustible, la extorsión, el tráfico de armas y minerales, la prostitución, el cobro de piso y el lavado de dinero son parte de los negocios poco conocidos de estos grupos delictivos.
El Cártel Jalisco Nueva Generación CJNG, el Cártel de Sinaloa, el Cártel del Golfo CDG y otros más se han visto involucrados en actividades no tan notorias, pero igual de lucrativas y dañinas para la sociedad. De acuerdo con una alerta financiera del Departamento del Tesoro de Estados Unidos en mayo de 2025, el robo de combustible y el contrabando de petróleo se han convertido en la fuente ilícita de ingresos más importante de los cárteles mexicanos.
Los cárteles roban combustible y crudo a Petróleos Mexicanos Pemex mediante diversos métodos, como soborno a empleados, perforación ilegal de ductos o robo directo en refinerías. A través de empresas bajo su control, el crudo es posteriormente contrabandeado en camiones cisterna a través de la frontera hacia Texas, etiquetado falsamente como aceite residual y otros materiales peligrosos para evitar inspecciones, impuestos y regulaciones. Finalmente, el crudo robado es vendido a otras empresas petroleras, ya sea de gas natural o refinerías, en Estados Unidos y el extranjero.
Además del robo de combustible, el tráfico de migrantes es otro negocio del narco. Los cárteles ahora administran el paso de migrantes por los territorios que controlan, cobrando cuotas por cruzar ciertas rutas y, en muchos casos, no permitiendo el paso de las personas. El antiguo modelo de coyote o pollero individual ha sido absorbido por estructuras delictivas más grandes que forman parte o trabajan para cárteles como el CDG, el CJNG o Los Chapitos, del Cártel de Sinaloa.
Este control criminal no solo ha encarecido el costo por cruzar ilegalmente a Estados Unidos, sino que ha convertido el tránsito migrante en una ruta plagada de violencia, amenazas y explotación. Quienes no pagan la cuota son secuestrados, agredidos o forzados a trabajar para los propios grupos criminales. Las mujeres, en particular, enfrentan un riesgo elevado de abuso sexual, trata o desaparición.
La tala ilegal de árboles y la venta de madera también son actividades lucrativas para los cárteles. Usualmente, las estructuras delictivas buscan dominar regiones rurales para facilitar otras actividades, como la instalación de laboratorios ilícitos, cultivos o crear rutas de trasiego. La tala ilegal trae consigo consecuencias ambientales y sociales, como deforestación, pérdida de biodiversidad, erosión de suelo, violencia, desplazamiento forzado y asesinatos de defensores del medio ambiente.
El cobro de impuestos en puertos y pasos fronterizos es otra forma en que los cárteles obtienen ingresos. A través de su control corrupto de los puentes fronterizos entre Tamaulipas y Texas, el CJNG cobra tarifas a los camiones que transportan crudo a Estados Unidos. El cártel también obtiene ingresos a través del cobro de piso en puertos marítimos, donde ejerce control casi exclusivo, como en los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas en la costa del Pacífico de México.
Por último, el tráfico ilegal de animales es una actividad creciente de cárteles de drogas. Aunque históricamente ha sido dominado por redes especializadas, en los últimos años ciertos grupos han comenzado a involucrarse directa o indirectamente en esta actividad, ya sea para obtener ganancias, blanquear dinero o traficar junto con otros productos ilícitos. El pez totoaba, actualmente en peligro de extinción, es uno de los animales traficados por el Cártel de Sinaloa, aprovechando sus vínculos con proveedores de precursores químicos de China. La pesca ilegal de este animal ha llevado al borde de la extinción a otra especie: la vaquita marina, que muere atrapada en redes destinadas a capturar la totoaba.,