
Durante los años 1827 y 1828, los ciudadanos escoceses William Burke y William Hare se dedicaron a cometer una serie de crímenes espeluznantes en la ciudad de Edimburgo, Escocia. Su modus operandi consistía en asesinar a 16 personas y vender posteriormente sus cuerpos al doctor Robert Knox, un anatomista local. Sus fechorías dieron inicio al término burking, que se refiere a la técnica utilizada por Burke para asesinar a sus víctimas sin dejar rastro de violencia, mediante la asfixia y compresión del pecho.
La medicina británica experimentaba un notable crecimiento a principios del siglo XIX, pero los cadáveres disponibles para su estudio eran escasos, lo que llevó al establecimiento de una peligrosa y clandestina economía sumergida de saqueadores de tumbas y vendedores de cuerpos. Estos eventos provocaron una creciente demanda de leyes que reformaran la medicina forense y el sistema de pena de muerte en el Reino Unido.
Burke y Hare, ambos inmigrantes irlandeses, comenzaron su siniestra actividad después de vender el cuerpo de un anciano pensionista que había muerto de muerte natural y adeudaba alquiler. Tras esta primera transacción, los criminales decidieron tomar el asunto en sus propias manos y comenzaron a embriagar y asfixiar a sus víctimas para venderlos por entre 7 y 10 libras cada uno.
La pareja asesinó a varias personas, incluyendo a Mary Paterson, Daft Jamie, y Marjorie Docherty, cuyo cuerpo resultó clave para la detención de los delincuentes. Su caída comenzó cuando Hare acusó a Burke de tener un trato paralelo con Knox y de quedarse con una mayor parte del dinero. Después de la muerte de Docherty, un matrimonio que vivía en el hostal donde Burke llevaba a cabo sus crímenes encontró su cuerpo, lo que llevó a su detención y posterior juicio.
Burke fue condenado a muerte y ejecutado en enero de 1829, mientras que Hare recibió inmunidad a cambio de testificar contra su socio. La esposa de Burke, Helen McDougal, fue absuelta de todos los cargos. Los restos de Burke fueron posteriormente diseccionados y donados a la Escuela Médica de Edinburgo, donde aún permanecen. Knox no fue acusado, pero su reputación quedó severamente dañada.
Los crímenes de Burke y Hare dieron lugar a la aprobación de la Ley de Anatomía de 1832, que legalizó el uso de cuerpos no reclamados para fines médicos, lo que llevó al fin del mercado negro de cadáveres y a la donación de cuerpos para la ciencia.
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