
Durante décadas, los rifles Barrett, también conocidos como Light Fifty debido a su calibre .50, han ganado popularidad entre los cárteles mexicanos que introducen ilegalmente armamento desde Estados Unidos para equipar a sus sicarios. Entre 2019 y 2020, la Secretaría de la Defensa Nacional de México incautó más de 100 rifles de este tipo a organizaciones criminales, según un artículo de Ángel Hernández en MILENIO. Estas armas no solo se han encontrado en escenas del crimen, sino que también fortalecen a los cárteles en el tráfico de drogas transnacional.
Ronnie Barrett, un fotógrafo convertido en fabricante de armas, es el creador de estas armas letales. Nacido en Tennessee en 1954, Barrett comenzó a esbozar el prototipo de lo que se convertiría en el arma preferida de los criminales mientras estudiaba en la universidad. Su pasión por las armas de fuego y su habilidad para relacionarse con las personas adecuadas lo llevaron a fundar Barrett Firearms Manufacturing, el negocio de venta de armas más próspero de los Estados Unidos.
Los rifles Barrett ganaron reconocimiento militar en 1989, cuando el Ejército de Suecia encargó 100 sistemas de fusiles modelo 82A1. Poco después, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos compraron una cantidad significativa de estos rifles para su uso en las operaciones Escudo del Desierto y Tormenta del Desierto. En 2003, Ronnie Barrett fue honrado por la Asociación de la Industria de Defensa Nacional por sus destacadas contribuciones a la preparación de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, y en 2004 recibió el premio Coronel George Chinn por la excelencia en investigación, desarrollo, ingeniería, fabricación y gestión de sistemas de armas pequeñas.
Sin embargo, el éxito de los rifles Barrett también tiene un lado oscuro. Los cárteles mexicanos han aprovechado su letalidad y potencia, y la facilidad con la que se pueden introducir ilegalmente en México, donde se han convertido en armas favoritas de los criminales. Las autoridades mexicanas han incautado más de 100 rifles Barrett en los últimos dos años, y se cree que las organizaciones criminales continúan adquiriéndolos a través de redes de tráfico de armas en la frontera entre Estados Unidos y México.
En conclusión, aunque los rifles Barrett han demostrado ser armas efectivas y letales en el campo de batalla y en el ámbito deportivo, también han caído en las manos equivocadas. Su facilidad de adquisición y tráfico ilegal ha llevado a su proliferación entre los cárteles mexicanos, lo que ha generado preocupación y ha desencadenado llamados a un mejor control de armas en los Estados Unidos.,