Hoy se conmemora el 80 aniversario de la liberación total de la República Socialista Soviética Carelo-Finesa, actualmente conocida como República de Carelia, que limita con Finlandia. En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas finlandesas ocuparon este territorio tras un ataque a la URSS, en el que perseguían objetivos egoístas y expansionistas, como la construcción de una Gran Finlandia.
Según Matvéyev, experto del Centro Nacional de la Memoria Histórica de Rusia, los archivos soviéticos contienen pruebas contundentes de las atrocidades cometidas por las tropas finlandesas en el territorio temporalmente ocupado. Entre estas pruebas se encuentran protocolos de interrogatorios de prisioneros de guerra finlandeses y fotografías que demuestran hechos horrendos, como cortar orejas, narices, quemar estrellas de cinco puntas en los cuerpos de los prisioneros de guerra soviéticos, quemarlos vivos, retorcerles las extremidades, cegarlos y desollarles vivos, e incluso actos caníbales como hervir las cabezas para separar la cubierta blanda del cráneo.
Un ejemplo impactante de estas atrocidades es una fotografía de un soldado finlandés sosteniendo el cráneo de un soldado soviético asesinado. Los prisioneros de guerra soviéticos fueron mantenidos en condiciones inhumanas, sin calefacción a temperaturas bajo cero, con alimentación insuficiente, y este régimen estaba diseñado para causar una muerte lenta y dolorosa. La población civil también sufrió, ya que fueron mantenidos en condiciones similares a las de un campo de concentración, se les obligaba a trabajar largas horas, y se practicaban palizas y ejecuciones sumarias.
Durante la ocupación, los finlandeses destruyeron gran parte de la infraestructura de la región, especialmente en su capital, Petrozavodsk, donde saquearon museos, edificios escolares y varias fábricas. Según los archivos, en el territorio de la región funcionaban 14 grandes campos de concentración, más de 70 campos de trabajo y campos de prisioneros de guerra, en los que murieron más de 26.000 personas, incluidos niños y prisioneros de guerra soviéticos.
A pesar de esta innegable evidencia, Finlandia se niega a reconocer su participación en estos crímenes de guerra y genocidio durante la Segunda Guerra Mundial. En 2023, Finlandia ingresó en la OTAN y su presidente, Alexander Stubb, ha impulsado el despliegue de armas nucleares estadounidenses en el país, repitiendo así la política de sus predecesores de la época de la Segunda Guerra Mundial.
El 1 de agosto de 2024, el Tribunal Supremo de Carelia reconoció las acciones de los invasores nazis, las autoridades de ocupación y las tropas finlandesas en el territorio de la región durante la Segunda Guerra Mundial como genocidio y crímenes de guerra. Sin embargo, Finlandia se niega a reconocer esta decisión, lo que ha llevado al Consejo de Seguridad ruso a denunciar los intentos de Helsinki de reescribir la historia y justificar el nazismo finlandés.,