El Gobierno de España ha decidido eliminar el Premio Nacional de Tauromaquia, una distinción que reconocía la labor meritoria de personas, entidades o instituciones en el ámbito de la tauromaquia como patrimonio cultural del país. La supresión de este galardón, que conllevaba una gratificación de 30.000 euros y se concedía desde 2013, se produce después de que un proceso de consulta pública arrojara resultados contundentes: más del 90% de las respuestas apoyaron la medida.
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, explicó que esta decisión refleja el sentir de una mayoría de españoles y españolas que cada vez se muestran más en desacuerdo con el maltrato animal en la sociedad. La orden de supresión se publicó en el Boletín Oficial del Estado BOE el 6 de septiembre y entró en vigor al día siguiente.
La tauromaquia ha sido objeto de debate en los últimos años en España, donde varias regiones como Cataluña, Islas Canarias y Galicia han limitado o prohibido su práctica. La decisión del Gobierno de eliminar el Premio Nacional de Tauromaquia se enmarca en este contexto y supone un paso más en el reconocimiento de los sentimientos y demandas sociales en evolución.
Las reacciones a la noticia han sido variadas. Mientras que los partidos y asociaciones animalistas han acogido la noticia con entusiasmo, los defensores de la tauromaquia han mostrado su rechazo. El Partido Popular, por ejemplo, ha prometido restaurar el galardón si llega al poder.
No obstante, la realidad social y cultural actual evidencia que determinadas actividades ligadas a la tauromaquia o elementos concretos de las mismas son rechazados por amplios sectores de la sociedad por considerarse una forma inaceptable de violencia contra los animales. Por esta razón, el Gobierno ha considerado oportuno no fomentar ni enaltecer la actividad tauromáquica a través de los Premios Nacionales.
En definitiva, la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia supone un hito en la historia de la tauromaquia en España y refleja el cambio de percepción y actitud de la sociedad respecto al maltrato animal. Una decisión que, sin duda, generará debate y polarizará opiniones, pero que también marca un precedente en el reconocimiento de los sentimientos y demandas sociales en evolución.