Uno de los episodios más sangrientos en la historia de México son los asesinatos que han ocurrido a lo largo de los años en diversos estados, entre los que destaca la Masacre de San Fernando en Tamaulipas, perpetrada en agosto de 2010. En ese entonces, Estados Unidos era el principal destino de los migrantes que cruzaban el país en busca del sueño americano.
Un grupo de migrantes, principalmente de Centro y Suramérica, viajaban en dos autobuses desde Veracruz con la intención de hacer una parada en algún municipio de Tamaulipas antes de llegar a Estados Unidos. Sin embargo, nunca llegarían a su destino. Fueron interceptados por el grupo criminal de Los Zetas y secuestrados antes de ser asesinados en un rancho ubicado en el ejido de El Huizachal, Tamaulipas.
El saldo fue de 72 personas asesinadas, entre ellas 58 hombres y 14 mujeres. La Comisión Nacional de Derechos Humanos calificó la masacre como un nefasto suceso y es uno de los crímenes que hasta la fecha el Estado mexicano no ha podido resolver del todo.
Los Zetas obligaron a los migrantes a dar información personal sobre sus familiares en Estados Unidos y les exigieron dinero a cambio de su libertad. Sin embargo, lo que realmente buscaban era reclutarlos para que se unieran a su célula criminal. Ante la negativa de los migrantes, fueron acribillados.
Dos personas sobrevivieron a la masacre. Uno de ellos es un hombre originario de Ecuador, identificado como Luis Freddy Lala Pomavilla, quien fingió estar muerto tras recibir una herida de bala en la mandíbula. El otro sobreviviente es un hombre de origen hondureño, cuya identidad no ha sido revelada hasta la fecha.
La Masacre de San Fernando es un recordatorio trágico de la violencia y la impunidad que han afectado a México durante años. Hasta la fecha, hay tres personas desaparecidas y el Estado mexicano no ha podido hacer justicia a las víctimas y sus familias.