En marzo de 2020, Luis Díaz Espinoza, de 32 años, fue acusado del asesinato de su hijo de 11 años, conocido como Luchito. El crimen tuvo lugar en la comuna de Palmilla, en la región de OHiggins, y conmocionó a la comunidad local. Díaz Espinoza había contactado a su hijo a través de redes sociales y lo citó en un lugar solitario a orillas del Río Tinguiririca. La investigación reveló que el padre había lastimado a su hijo con un objeto cortopunzante en varias ocasiones.
El fiscal de Santa Cruz, Gabriel Meza, confirmó que Díaz Espinoza era el autor del crimen y que las pruebas encontradas en sus teléfonos celulares y llamadas telefónicas habían sido cruciales para la investigación. Durante el juicio, se reveló que el padre se había burlado de la familia de la víctima y que había intentado engañar a la policía al afirmar que no había tenido nada que ver con la muerte de su hijo.
El abogado de la familia de la víctima, Nicolás Huerta, declaró que el crimen no solo fue un acto de parricidio, sino que también estuvo motivado por celos y rencor hacia la madre del niño, quien había comenzado una nueva relación. Huerta también reveló que el padre había advertido a la madre que le causaría dolor, utilizando las palabras le voy a dar donde más le duele.
El 25 de mayo de 2022, el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santa Cruz condenó a Luis Díaz Espinoza a cadena perpetua por el asesinato de su hijo. La sentencia incluyó agravantes por premeditación, alevosía, superioridad física y el hecho de que el crimen tuvo lugar en un lugar solitario. Díaz Espinoza solo podrá postular a beneficios de libertad condicional después de cumplir 40 años de prisión.
Este caso ha conmocionado a la comunidad de Palmilla y ha puesto en evidencia la importancia de abordar los problemas de violencia doméstica y familiar. La sentencia de cadena perpetua a Díaz Espinoza envía un mensaje claro de que este tipo de comportamiento no será tolerado y que se tomarán medidas enérgicas contra los responsables.