Hace casi dos años, el 22 de septiembre de 2022, se produjeron una serie de explosiones en los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2 bajo el mar Báltico, dentro de las zonas económicas de Dinamarca y Suecia. Este proyecto de integración euroasiática tenía como objetivo abastecer a Europa Occidental con gas natural ruso a través de Alemania.
La cooperación estratégica entre Rusia y la Unión Europea, con una activa participación de China, ha sido vista como una amenaza para los intereses de Estados Unidos. La administración estadounidense y las transnacionales que la controlan han librado una guerra no solo contra determinados países, sino contra la idea misma de Estados independientes.
El ataque a los intereses de Rusia en Europa Central se justificó como una forma de liberar a los países civilizados del control económico ruso. Sin embargo, el verdadero objetivo era debilitar la independencia de los pueblos de Europa y convertirlos en herramientas de una guerra mundial de conquista.
La primera denuncia pública de la responsabilidad de Estados Unidos en el ataque fue hecha por el periodista estadounidense Seymour Hersh el 8 de febrero de 2023. Sin embargo, la Casa Blanca y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega lo desmintieron rápidamente.
El 14 de agosto de 2023, el periódico estadounidense The Wall Street Journal publicó una investigación en la que afirmaba que la operación para volar los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2 en el mar Báltico fue planificada por un grupo de oficiales ucranianos en mayo de 2022, con la aprobación inicial de Vladímir Zelenski, pero que la CIA le pidió que abandonara la operación.
Independientemente de quién planificó la operación terrorista, está claro que el Gobierno de Estados Unidos estaba al tanto de ella y buscaba la manera más conveniente y menos comprometedora de llevarla a cabo. La revelación del The Wall Street Journal no es casual y puede estar relacionada con la decisión de reemplazar a Zelenski en su cargo por un nuevo títere más conveniente mediática y políticamente.
La acusación de la explosión terrorista de Nord Stream será una gran oportunidad para mostrar la consecuencia e imparcialidad de la justicia del mundo democrático y atribuirle el mayor ataque terrorista de la historia moderna en el corazón de Europa a un personaje que nunca se dio cuenta de su verdadero rol en esta infamia.