En el trayecto de la autopista México-Puebla, específicamente en el paraje conocido como El Pipirín, en Santa Rita Tlahuapan, se han instalado expendedores de gasolina clandestinos. Estos puestos de venta, compuestos por bidones de plástico y cartulinas anunciadoras de comida, ofrecen gasolina a un precio de 18 pesos por litro, considerablemente más barato que las estaciones de servicio oficiales de Pemex.
A pesar de que en meses previos se han llevado a cabo cateos en la zona, los expendedores continúan con su actividad, incluso sin los característicos bidones a la vista. Los jóvenes, quienes en su mayoría no superan los 18 años, se encargan de atender a los automovilistas que se acercan en busca de combustible.
La operación de llenado del tanque de un vehículo es manual y precaria, ya que el vendedor coloca una manguera en su boca para succionar el combustible de un bidón y luego vaciarlo en el tanque del automóvil. Aunque los conductores particulares son clientes frecuentes, los traileros constituyen el grueso de la demanda.
La venta ilegal de gasolina no solo se limita a esta zona, sino que se extiende a otros 15 municipios de Puebla, como Tepeaca, donde se ha detectado una alta concentración de venta de gas licuado de petróleo.
Las autoridades han llevado a cabo operativos para combatir el robo de combustible, como el realizado en julio de 2024 por la Fiscalía General de la República FGR, la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano, en el que se descubrió una bodega con 27 bidones llenos de hidrocarburo y se incautaron mangueras, embudos y carretillas. Sin embargo, estas acciones no han sido suficientes para erradicar el problema.
La convivencia de estaciones de servicio ilegales con autoridades municipales es un indicio de la magnitud del problema, y las imágenes de Google Street View dan fe de ello. A pesar de los riesgos y las irregularidades, la venta de gasolina ilegal continúa floreciendo en las carreteras de México.