La minería de criptomonedas, especialmente Bitcoin, ha generado preocupación en el Fondo Monetario Internacional FMI debido a su impacto ambiental. De acuerdo con el FMI, la minería de Bitcoin y los centros de datos de inteligencia artificial son responsables del 1% de las emisiones de carbono a nivel mundial, debido a su consumo eléctrico. Se estima que la minería de Bitcoin y los centros de datos consumían el 2% de la energía eléctrica mundial en 2022, y se prevé que esta cifra aumente al 3,5% en tres años.
El FMI propone aumentar el costo de la energía eléctrica para los mineros de Bitcoin y los operadores de centros de datos de IA, con el fin de reducir su consumo y su impacto ambiental. Se estima que un aumento del 85% en la tarifa eléctrica podría forzar a los mineros a reducir su consumo y fomentar el uso de energías renovables.
Sin embargo, es importante destacar que muchos mineros de Bitcoin utilizan energías verdes o renovables. Además, los mineros tienen la flexibilidad de minimizar o detener su actividad sin causar un caos global, lo que les permite funcionar en armonía con las redes locales de energía y ayudar a balancear su carga.
La minería de Bitcoin también puede aprovechar la energía en el lugar donde se genera, como en el caso de las empresas que colocan granjas de minería cerca de pozos petroleros para aprovechar el gas que se obtiene y evitar quemarlo.
En resumen, aunque la minería de Bitcoin consume una gran cantidad de energía, muchos mineros utilizan energías renovables y tienen la flexibilidad de minimizar su impacto ambiental. El FMI propone aumentar el costo de la energía eléctrica para reducir el consumo de los mineros, pero es importante considerar las formas en que la minería de Bitcoin puede aprovechar y equilibrar la producción de energía.