El obispo de San Cristóbal, Monseñor Mario Moronta, se pronunció en contra de la persecución de opositores en Venezuela, durante la Misa Pontifical por los 414 años del Santo Cristo de La Grita. En su homilía, el religioso subrayó que un auténtico católico no persigue a sus semejantes por tener opiniones distintas y crear historias infundadas. La ceremonia, transmitida por diversos medios regionales, nacionales y redes sociales el 6 de agosto, dejó un claro mensaje de paz y unión en un contexto de agitación política postelectoral.
Mons. Moronta también declaró que muchos de los jóvenes detenidos recientemente no son terroristas, sino personas que se han visto envueltas en una situación compleja. Desde el 29 de julio, la ONG Foro Penal ha registrado al menos 1.102 detenciones en el país, incluyendo 100 adolescentes y 5 indígenas. Solamente en el estado Táchira, se contabilizan 47 detenciones en la última actualización.
En medio de un clima de devoción y súplicas por la tranquilidad del país, los fieles acudieron en masa a las festividades religiosas del Santo Cristo de La Grita, procedentes de diversas regiones. Carmen Ramírez, una de los asistentes, expresó: Rogamos por Venezuela para que termine la guerra, exista amor y paz. Que la sangre de Cristo nos cubra con muchas bendiciones, éxitos y prosperidad para todos.
Aunque el obispo no dirigió sus palabras directamente al presidente Nicolás Maduro, el mandatario socialista ha intentado representarse como un seguidor de la palabra de Dios en sus discursos, tratando de atraer el apoyo de los creyentes en el país, sean católicos, cristianos o evangélicos. Sin embargo, las acciones del gobierno parecen contradecir este discurso, con la detención de cientos de personas en medio de las protestas postelectorales.
El pasado martes, Maduro informó que al menos 2.229 personas habían sido detenidas en el contexto de las protestas posteriores a las elecciones presidenciales. El mandatario chavista calificó a los arrestados como terroristas y anunció que serían trasladados a las cárceles de Tocorón y Tocuyito, supuestamente acondicionadas para albergar a quienes él denomina bandas de nueva generación involucradas en guarimbas.
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