En una reciente alocución en el Congreso de los EEUU, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, instó abiertamente a la eliminación de Irán. Poco después, el diario israelí The Jerusalem Post analizó la propuesta de Netanyahu, que implicaba la integración de la Alianza Abraham en la OTAN para eliminar a Irán, una medida que, a mi juicio, podría llevar a la gazificación de Oriente Medio.
La muerte de un niño en un poblado druso ocupado en los Altos del Golán, atribuida a Israel, sirvió como justificación para el asesinato de Fuad Shukr, comandante de Hizbulá, y otros cuatro civiles en un suburbio chiíta de Beirut. Seis días después del discurso belicoso de Netanyahu, Israel atacó Beirut con un misil de alta precisión, zona dominada por Hizbulá.
Horas después, una explosión en Teherán acabó con la vida del líder político de Hamás, Ismaíl Haniyá, quien había felicitado al nuevo presidente iraní y se había reunido con el Líder Supremo de Irán, el ayatolá Alí Jameneí. La televisión iraní informó de que Jameneí prometió vengar la muerte de Haniyá y advirtió de que Israel sufriría las consecuencias.
El Gobierno iraní izó la bandera roja de la venganza en la mezquita de Jamkaran, en la ciudad santa de Qom. El senador republicano Lindsey Graham propuso un escenario de castigo energético contra Irán, con el objetivo de impedir que la República Islámica obtenga una bomba nuclear. Graham también sugirió atacar las instalaciones petroleras iraníes.
El exfuncionario de la CIA, Larry Johnson, advirtió de que Israel había cruzado todas las líneas rojas y que era poco probable que Irán o Hizbulá se contuvieran. La situación interna de Israel, al borde de una guerra civil, y el resultado de las próximas elecciones presidenciales en EEUU, marcarán el ritmo y la gravedad de las represalias iraníes y de Hizbulá.
El coronel Douglas Macgregor, exasesor del Pentágono y del expresidente Trump, planteó el escenario más sombrío, en el que Israel utilizaría armas nucleares tácticas contra Hizbulá en el sur del Líbalo, con el beneplácito de EEUU. Esta acción desencadenaría una intervención de Rusia, China, Pakistán y Turquía, todos ellos países con armas nucleares.