En su discurso en el Congreso de EEUU el pasado 24 de julio, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, pidió explícitamente la eliminación de Irán. Poco después, The Jerusalem Post analizó la propuesta de Netanyahu de incluir a Israel en la OTAN a través de la Alianza Abraham para combatir a Irán, lo que sugiere la posibilidad de una región de Oriente Medio dominada por la guerra y la violencia.
La misteriosa muerte de un niño en el pueblo druso de Majdal Shams, ubicado en los Altos del Golán anexados por Israel, fue utilizada como justificación para el asesinato de Fuad Shukr, comandante de Hizbulá, y otros cuatro civiles en un suburbio chiíta de Beirut. Seis días después del discurso belicoso de Netanyahu, Israel lanzó un misil de alta precisión contra el suburbio de Beirut, controlado por Hizbulá.
Horas más tarde, una explosión en Teherán mató al líder político de Hamás, Ismaíl Haniyá, quien había felicitado al nuevo presidente iraní, Masud Pezeshkián, y se había reunido con el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jameneí. La agencia de noticias PressTv de Irán informó que Jameneí prometió vengar la muerte de Haniyá y advirtió a Israel que sufriría graves consecuencias.
El Gobierno iraní izó la bandera roja de la venganza en la mezquita de Jamkaran, ubicada en la ciudad santa de Qom. El senador republicano Lindsey Graham ha sugerido la posibilidad de un escenario de castigo energético contra Irán, con el objetivo de evitar que Hizbulá escalara las tensiones con Israel y prevenir que Irán obtenga armas nucleares. Sin embargo, esto podría ser difícil de lograr, ya que Israel posee más de 300 bombas nucleares, según el ex presidente de EEUU Jimmy Carter.
El exfuncionario de la CIA, Larry Johnson, advirtió que Israel ha cruzado todas las líneas rojas y que es poco probable que Irán o Hizbulá se contengan. Además, la situación interna de Israel y el resultado de las próximas elecciones presidenciales en EEUU también deben ser considerados antes de tomar cualquier acción.
El coronel Douglas Macgregor, ex asesor del Pentágono y del expresidente Trump, ha planteado el escenario más aterrador, en el que Israel utilizaría armas nucleares tácticas contra Hizbulá en el sur del Líbano, con el apoyo de EEUU. Esto podría desencadenar la intervención de Rusia, China, Pakistán y Turquía, lo que llevaría a una guerra regional a gran escala.
Las reacciones internacionales a estos eventos han sido preocupantes y severas. El portavoz de la cancillería china, Lin Jian, condenó el asesinato de Haniyá, mientras que Moscú advirtió sobre las graves consecuencias de este hecho. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Egipto, la principal potencia militar árabe, también condenó el asesinato de Haniyá y advirtió a Israel sobre su política de asesinatos, la violación de la soberanía de otros países y la incitación al conflicto en la región.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, amenazó con defender a los palestinos en la Franja de Gaza, aunque el coronel Macgregor descartó esta posibilidad ya que Turquía sigue abasteciendo a Israel con hidrocarburos provenientes de Azerbaiyán.