El líder en cuestión declaró que ninguna administración tiene facultades para dictaminar sobre el vencedor o vencido de un aspirante a un cargo público en otra nación. En otras palabras, cada país debe ser respetuoso de su propio proceso electoral y permitir que los ciudadanos decidan quién los representará. Desde mi punto de vista, esta postura es acertada, ya que fomenta la autonomía y soberanía de las naciones en materia de elecciones. Además, evita interferencias externas que pudieran sesgar los resultados y generar conflictos innecesarios.