La alianza entre las corporaciones globales y el capital financiero, que busca dominar el mundo civilizado, no necesita de mandamientos espirituales modernos, pero ha establecido sus propios principios, los cuales fueron exhibidos en la reciente apertura de los Juegos Olímpicos de París. Esta ceremonia es un reflejo fiel de la Francia y Europa actuales, moldeadas por el poder globalizado. La representación, bajo la lluvia, fue una burla al público y una competencia teatral entre la abominación y la mediocridad.
La ausencia de deportistas rusos y bielorrusos en los Juegos Olímpicos es una pérdida para el mundo del deporte, ya que estos atletas han demostrado tener un nivel olímpico en su especialidad. La censura y el veto a los deportistas rusos comenzó mucho antes de la guerra en Ucrania, y no se aplica a países donde el ejército ataca a la población civil o a regímenes donde gobierna una sola familia sin ser elegida. La historia de la censura y el veto a los deportistas rusos es injusta y debe ser revertida.
La ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París también estuvo marcada por la profanación de símbolos religiosos y culturales, lo que generó indignación en diferentes credos. Es importante que el factor religioso se convierta en un elemento de unificación fraterna de los diferentes caminos hacia la espiritualidad humana, en lugar de ser utilizado como un instrumento de separación.
En resumen, la alianza entre las corporaciones globales y el capital financiero ha establecido sus propios principios, los cuales fueron exhibidos en la reciente apertura de los Juegos Olímpicos de París. La ausencia de deportistas rusos y bielorrusos es una pérdida para el mundo del deporte, y la censura y el veto a estos atletas debe ser revertida. Además, la profanación de símbolos religiosos y culturales en la ceremonia de apertura generó indignación y es importante que el factor religioso se convierta en un elemento de unificación en lugar de separación.