El lunes por la mañana, Petare, el mayor barrio de Caracas y ubicado al este de la capital venezolana, se alzó contra Nicolás Maduro, un hecho sin precedentes en los 25 años de chavismo. Los residentes, gritando Este gobierno caerá, arrancaron carteles de campaña de Maduro y se dirigieron hacia el palacio presidencial de Miraflores. A diferencia de protestas anteriores, esta movilización destacó por dos aspectos: la participación de personas de los sectores populares, supuestamente leales al chavismo, y la autoconvocatoria de los manifestantes, sin un llamado de ningún partido de oposición.
La manifestación se produjo después de que el Consejo Nacional Electoral proclamara a Maduro como ganador de las elecciones del 28 de julio con el 51,2% de los votos, un resultado rechazado por la oposición, que asegura que Edmundo González Urrutia ganó con una diferencia de más de 3 millones de votos. La oposición, que cuenta con el 73% de las actas, denuncia fraude electoral.
La indignación popular se debe a la grave crisis económica que sufre el país, y al deseo de reencontrarse con familiares en el extranjero. Según Óscar Pérez, político venezolano exiliado en Perú, la crisis económica es muy grande, la gente está pasando hambre, sobre todo en los sectores populares. La otra razón es el ferviente deseo que tienen las personas de reencontrarse con sus familiares que están fuera del país.
La manifestación en Petare se extendió a otros barrios de Caracas y del país, como La Guaira, donde decenas de jóvenes derribaron una estatua de Hugo Chávez y la quemaron. Las protestas fueron reprimidas por la Guardia Nacional Bolivariana con gases lacrimógenos, resultando en seis muertos y 132 arrestos, según la ONG Foro Penal.
El fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, informó de la detención de 749 personas durante las protestas, y alertó que la cifra puede crecer durante las próximas horas. El Ministerio Público evalúa acusarlos por resistencia a la autoridad y en los casos más graves de terrorismo.
La represión de las protestas por parte de los cuerpos policiales y militares del régimen ha llevado a la gente a armarse y a organizarse en los barrios, lo que dificulta la represión. El politólogo José Vicente Carrasquero explica que los cuerpos policiales y militares del régimen entrarán a los barrios para aplastar las protestas, pero el problema es que meterse en los barrios es como meterse en las favelas brasileñas, en estos lugares la gente está armada, está escondida, hay callejones donde fácilmente pueden quedar atrapados los funcionarios de seguridad.
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