La situación en Venezuela continúa siendo precaria, especialmente en términos de su proceso electoral. El régimen de Maduro ha utilizado diversas tácticas para evitar unas elecciones justas y transparentes. Aunque el candidato de la oposición, Edmundo González, y la activista María Corina Machado han generado entusiasmo con sus multitudinarias marchas, persisten las dudas sobre la integridad del proceso electoral.
Es posible que Maduro cancele las elecciones o manipule los resultados a su favor, especialmente considerando el sistema electrónico de votación y la escasez de testigos electorales de la oposición. También podría impugnar los resultados y lograr que el Consejo Electoral anule las elecciones o confirme su victoria.
La posición de los Estados Unidos y Europa hacia Venezuela ha pasado a un segundo plano debido a sus propios problemas internos, lo que facilita las acciones de Maduro para desconocer un resultado adverso. La región latinoamericana también ha sido tibia en su respuesta, especialmente Brasil, donde el presidente Lula fue ridiculizado por Maduro por sugerir que debería entregar el poder si perdía las elecciones.
Colombia, en particular, ha mantenido un silencio cómplice sobre la situación en Venezuela, lo que indica que el gobierno de Petro podría estar complacido con la permanencia de Maduro en el poder. La salida de Maduro podría poner fin al amparo y la tolerancia a la guerrilla y a los grupos criminales que utilizan a Venezuela como base de operaciones y refugio.
Es preocupante que el régimen de Maduro haya impedido que más de 4 millones de venezolanos en el exilio participen en las elecciones, habilitando solo a 69.000. Además, es poco probable que Maduro o los militares entreguen el poder, independientemente del resultado, ya que no han encontrado un lugar para refugiarse y disfrutar de sus fortunas.
Colombia debe prepararse para recibir una avalancha de venezolanos que huirán del país tras la burla de estas elecciones y la pérdida de toda esperanza de cambio. Además, es importante tener en cuenta que Colombia podría seguir el mismo camino con Petro en el poder. No hay indicios de que Petro esté dispuesto a entregar el poder en 2026, al igual que su vecino Maduro.
En resumen, la situación en Venezuela sigue siendo incierta y preocupante, y es poco probable que el régimen de Maduro permita unas elecciones justas y transparentes. La región latinoamericana y el mundo deben estar atentos y tomar medidas para apoyar a los venezolanos y exigir la democracia y el respeto a los derechos humanos en el país.