El aroma a café impregnaba las calles de Araira, en el municipio Zamora del estado Miranda, desde antes del amanecer del domingo 28 de julio. La gente se reunía en las afueras de la Unidad Educativa Nacional Bolivariana Araira, el centro de votación más grande de la parroquia Bolívar, con gorras, termos, lentes de sol y su documento de identidad. La jornada electoral comenzó con largas colas y cierta confusión, ya que algunos electores tenían dificultades para encontrarse en las listas y los funcionarios del Plan República y los milicianos debían organizar cinco colas, una por cada mesa de votación.
A pesar de los retrasos y la lentitud en el proceso, especialmente en las mesas uno y cinco, donde había muchos votantes de la tercera edad, la gente mantuvo su paciencia y su entusiasmo por ejercer su derecho al voto. Algunos incluso aprovecharon la oportunidad para conversar y chismear mientras esperaban su turno.
Sin embargo, en otros centros de votación del municipio Zamora, como en la Unidad Educativa Santa María Goretti en Guatire, la situación fue diferente. Los votantes se quejaban de retrasos y falta de información por parte de los funcionarios del Plan República. Lourdes Manzanillo, una votante que llegó a las 12:00 am, se mostró molesta porque a las 8:40 am aún no habían comenzado a trabajar en el centro de votación.
Otros centros, como el Colegio Villa Heroica y la Unidad Educativa Nuestra Señora del Camino, también presentaron problemas con las máquinas de votación y largas colas que extendían varias cuadras. A pesar de estos inconvenientes, los votantes mantuvieron su determinación y su esperanza de contribuir al cambio en Venezuela.
En resumen, la jornada electoral estuvo marcada por retrasos, confusiones y largas colas, pero también por la determinación y la esperanza de miles de ciudadanos que quieren cambiar el rumbo de su país. A pesar de las dificultades, la gente siguió adelante con su misión de elegir un nuevo presidente de la República y definir el futuro de Venezuela en los próximos años.