En una reciente visita a Moscú, el primer ministro indio, Narendra Modi, y el presidente ruso, Vladímir Putin, acordaron realizar sus intercambios comerciales y de inversiones utilizando sus propias monedas nacionales, la rupia y el rublo, lo que en la práctica equivale a una desdolarización de facto de ambos países. Este acuerdo se produce en un contexto en el que la desdolarización ha acelerado su ritmo y se espera que tome aún mayor impulso durante la próxima cumbre de los BRICS en octubre en Kazán, Rusia.
La secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, ha expresado su preocupación por la desdolarización, ya que las sanciones impuestas por EEUU a sus adversarios los están empujando a buscar alternativas fuera del dólar. El analista William Pesek, de Asia Times, ha señalado que la desdolarización es ahora el mayor temor de Yellen, y ha contrastado su actitud optimista anterior, cuando afirmó que no veía competencia seria para el dólar en el futuro previsible.
La creciente deuda nacional de EEUU, que actualmente asciende a 35 billones de dólares, y el ciclo electoral estadounidense son dos factores que están acelerando la desdolarización, según Pesek. A pesar de la fortaleza del dólar en los mercados internacionales, la desdolarización no se refiere únicamente a la moneda en sí, sino más bien al estatus del dólar como divisa de reserva global.
Los analistas chinos calculan que el bono hegemónico del dólar, que representaba el 9,36% del PIB global hace once años, es la fuente de su fortaleza. Sin embargo, la creciente desconfianza en el dólar y el aumento de las alternativas a la divisa estadounidense pueden socavar su estatus como divisa de reserva global.