En días recientes, los ataques israelíes sobre la Franja de Gaza se han intensificado, resultando en al menos medio centenar de fallecidos. Entre los objetivos se encontraron el campamento de refugiados de Nuseirat, el campamento de Jan Yunis y una escuela administrada por la ONU que servía como refugio para familias desplazadas. Philippe Lazzarini, director de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, UNRWA, denunció a través de sus redes sociales que la destrucción sistemática de escuelas se ha vuelto algo cotidiano. En diez días, el ejército israelí había destruido ocho escuelas, seis de ellas bajo control de Naciones Unidas.
El Ministerio de Salud de la Franja de Gaza estimó en 38.300 el número de palestinos asesinados por el ejército israelí desde el inicio de la ofensiva en octubre de 2023. No obstante, esta cifra es conservadora, ya que no incluye a los palestinos no identificados bajo los escombros de lo que antes eran escuelas, casas y hospitales, ni a las víctimas mortales indirectas provocadas por la hambruna, falta de acceso a agua y condiciones higiénicas, o por el daño a la infraestructura médica.
A pesar de las protestas de apoyo a Palestina, su presencia en los medios ha disminuido. Después de nueve meses desde el inicio de la operación israelí, la cuestión palestina ha pasado de los titulares principales a ser una noticia más, y la causa palestina ha desaparecido gradualmente de las mesas de análisis político de la mayoría de los medios de comunicación.
La normalización de la violencia en el caso palestino no es un fenómeno reciente, sino que se ha construido durante años. La representación mediática de la causa palestina se asemeja a la analogía del síndrome de la rana hervida, donde la limpieza étnica del pueblo palestino se ha cocido lentamente durante años con picos de mayor violencia. A pesar de que nada puede justificar el asesinato de civiles palestinos, la costumbre y la normalización de la violencia han llevado a que el mundo lo acepte como algo habitual.
Es importante recordar que los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la forma en que percibimos y comprendemos el mundo. Su concentración en pocas manos y su dirección por intereses determinados pueden llevar a una cobertura sesgada y superficial de los conflictos políticos. Es necesario fomentar un análisis y debate político más profundo y menos sensacionalista para comprender verdaderamente la situación en Palestina e impulsar un cambio positivo.