Apenas unos días después de ser arrestado en Moreno, el estilista Abel Guzmán ha sido procesado bajo la acusación de homicidio agravado por alevosía por el asesinato del colorista Gabriel Medina, ocurrido el 21 de marzo. Actualmente, se encuentra en prisión preventiva y tiene un embargo de 40 millones de pesos.
Medina fue asesinado de un disparo en la cabeza en la peluquería Verdini, ubicada en la calle Beruti al 3017, en el barrio porteño de Recoleta.
Después de matar a su compañero de trabajo, Guzmán huyó por una ventana y estuvo desaparecido durante más de 70 días, hasta que fue encontrado escondido en una casa la semana pasada.
El peluquero asesino de Recoleta sigue en libertad y su situación legal podría empeorar.
El abogado de Abel Guzmán ha anunciado que solicitará prisión domiciliaria, alegando que su cliente tiene problemas de salud preexistentes al hecho y que no sabe usar armas.
Él no sabe usar armas, capaz se le escapó el tiro, dijo Héctor Costa después de que Guzmán se presentara a la declaración indagatoria en Tribunales, donde finalmente se negó a declarar.
Costa dijo que Guzmán, el asesino del peluquero de Recoleta, no sabe usar armas.
Con respecto al paradero de Guzmán, Costa dijo que no estuvo siempre en el mismo domicilio de la localidad bonaerense de Moreno, donde finalmente fue detenido, y que no sabe si en estos dos meses vio a su familia.
Para lograr su excarcelación, hay que encontrar el momento oportuno, dijo Costa, quien descartó la hipótesis de que Guzmán había planeado el crimen: Esto no estaba planeado y no lo acusan por eso.
Abel Guzmán, el asesino del peluquero de Recoleta, es un hombre con una trayectoria en el mundo de las peluquerías, conocido por su meticuloso trabajo con tratamientos de keratina. Sin embargo, también era percibido como una persona solitaria y retraída, a diferencia de la víctima, que era muy sociable.
Los clientes de Guzmán lo recuerdan por su lema Abelizate, una invitación a experimentar su toque único en el cuidado del cabello en un sillón especial que tenía en el fondo del local. Por otro lado, los colegas suyos describían una tensión creciente entre él y la víctima, alimentada por problemas de ego y disputas sobre la clientela.