La tranquilidad de la mañana del jueves 24 de octubre en Acámbaro y Jerécuaro, Guanajuato, se vio interrumpida por la explosión de dos coches bomba. La primera detonación se produjo cerca del edificio de la Secretaría de Seguridad Pública en Acámbaro, resultando en heridas para al menos tres policías, uno de ellos de gravedad. Al mismo tiempo, un ataque similar ocurrió en el edificio de Seguridad Pública Municipal de Jerécuaro, causando daños materiales y afectaciones a propiedades cercanas.
La Fiscalía General del Estado ha iniciado investigaciones para esclarecer los hechos y capturar a los responsables, pero estos eventos han puesto de relieve la práctica cada vez más frecuente de utilizar explosivos en Guanajuato, a menudo vinculada a grupos de delincuencia organizada.
En junio de 2023, diez elementos de la Guardia Nacional resultaron heridos en Celaya cuando un coche bomba estalló mientras atendían un reporte de un vehículo baleado. La FGE considera que la venganza por la detención de algunos miembros del crimen organizado es una de las principales hipótesis en este caso.
La gobernadora de Guanajuato, Libia Dennise, ha convocado una reunión urgente con las autoridades estatales para abordar la situación. La utilización de explosivos como forma de sembrar terror y comunicarse se ha convertido en una triste realidad en diversos municipios de Guanajuato.
El ex gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue, ha expresado su preocupación por la situación, y ha señalado que la debilidad institucional y la sofisticación de los cárteles son factores clave detrás del aumento de la violencia en el estado. La lucha contra el robo de combustible, o huachicol, ha desatado la furia de grupos criminales como el Cártel de Santa Rosa de Lima, que han respondido con ataques violentos contra las fuerzas de seguridad.
La fabricación de artefactos explosivos caseros no ha sido descartada en los casos de coches bomba en Guanajuato, pero las investigaciones apuntan a la empresa Austin Powder México como la fuente del material explosivo utilizado en el caso de la refinería de Salamanca. A pesar de las estrictas regulaciones y el control del Ejército Mexicano sobre la compra y almacenamiento de explosivos, existe la posibilidad de un mercado negro para estos productos.
En definitiva, la situación en Guanajuato sigue siendo preocupante, con una violencia en aumento y el uso de explosivos como una triste muestra de la sofisticación y la falta de escrúpulos de los grupos criminales que operan en la región.,