La violencia extrema ha resurgido en Jalisco, México, con el espeluznante hallazgo de cinco cuerpos descabezados en la carretera de Ojuelos. Este acto de terror urbano es una táctica aterradora utilizada por los cárteles del crimen organizado para infundir miedo y dominar a la sociedad.
El cuerpo de uno de los fallecidos ha sido identificado como Jonathan David Guerrero, de 19 años, quien había desaparecido desde el 7 de septiembre en Tlaquepaque. La exhibición de cadáveres decapitados no es un fenómeno nuevo en el país, ya que ha sido empleada como una forma de venganza y disuasión por diversos grupos criminales.
Rubén Ortega Montes, especialista en temas de seguridad y miembro del Observatorio Ciudadano de Seguridad y Justicia de la UdeG, explicó que esta práctica se remonta a la antigüedad, cuando los guerreros exhibían las cabezas de sus enemigos como trofeos de guerra. Sin embargo, en la actualidad, este acto representa una clara violación a los derechos humanos y una afrenta a la sociedad.
Ortega Montes también criticó la falta de estrategia y logística del gobierno estatal en la persecución del delito de homicidio, lo que resulta en una alarmante tasa de impunidad. Por lo tanto, instó al gobierno federal a reactivar el programa FORTASEG, que brinda apoyo financiero a los municipios para mejorar su equipamiento e infraestructura de seguridad.
La sociedad jalisciense debe permanecer en alerta y exigir una coordinación más efectiva entre el gobierno federal y estatal para combatir la ola de violencia que azota la región. La lucha contra el crimen organizado y la defensa de los derechos humanos son responsabilidades compartidas que requieren una acción inmediata y decisiva.,