La artista argentina, Ana Gallardo, ha desatado una oleada de controversia con su obra exhibida en el Museo Universitario Arte Contemporáneo MUAC de la Universidad Autónoma de México UNAM. La obra, que forma parte de la exposición Tembló acá un delirio, ha sido acusada de revictimizar a las trabajadoras sexuales y difamar a la Casa Xochiquetzal.
El origen del conflicto se remonta a una residencia que Gallardo realizó en la Casa Xochiquetzal en 2011, donde se inspiró para crear una de las obras que ahora se exhiben en el MUAC. Sin embargo, la forma en que la artista describe su experiencia en la Casa ha generado indignación entre activistas y trabajadoras sexuales, quienes acusan a Gallardo de utilizar un lenguaje denigrante y de exagerar las condiciones en las que vivían las mujeres en la Casa.
La Casa Xochiquetzal, un refugio para mujeres trabajadoras sexuales mayores, ha respondido a la obra de Gallardo con una carta dirigida al MUAC en la que desmienten los hechos descritos por la artista y denuncian el uso de palabras misóginas y revictimizantes. La fundación también ha destacado el trabajo que realizan con muy pocos recursos y la importancia de su labor en la transformación de la vida de las mujeres que llegan a sus instalaciones.
Por su parte, el MUAC ha defendido la libertad de expresión y ha asegurado que la obra de Gallardo es una manifestación artística inspirada en una experiencia personal frustrante. No obstante, la institución también ha mostrado su solidaridad con las poblaciones vulnerables y ha hecho un llamado al diálogo y al intercambio de ideas y posturas.
La polémica suscitada por la obra de Gallardo ha puesto de manifiesto la importancia de la representación y la responsabilidad que tienen los artistas a la hora de retratar situaciones y comunidades vulnerables. La utilización de un lenguaje denigrante y la revictimización de las trabajadoras sexuales son prácticas que no solo son ofensivas, sino que también pueden perpetuar estereotipos y estigmas sociales.
Es necesario que los espacios culturales y los artistas sean conscientes de su impacto en la sociedad y trabajen en colaboración con las comunidades retratadas para asegurar una representación justa y respetuosa. La libertad de expresión es un derecho fundamental, pero también es necesario ejercerla de manera responsable y ética, teniendo en cuenta las consecuencias que puedan tener nuestras palabras y acciones en los demás.,