El venezolano Edmundo González ha llegado a España el 8 de septiembre, en medio de un contexto donde la cuestión venezolana está siendo utilizada con fines partidistas en el país. Pocos días después de su llegada, se llevó a cabo una votación inaudita en el Congreso de los Diputados de España para reconocerlo como presidente de Venezuela, a pesar de que ni siquiera su abogado había solicitado tal reconocimiento.
Este caso no es aislado, ya que otros venezolanos opositores como Leopoldo López, Julio Borges o Antonio Ledezma, entre otros, también se encuentran en España. La llegada de estos venezolanos opositores se produce en un contexto en el que se ha publicado en diversos medios españoles que en los últimos años se ha producido un desembarco de fortunas latinas en Madrid, impulsado por el clan venezolano de los Capriles, familia del excandidato opositor Henrique Capriles, y su influencia en el mercado inmobiliario del lujo.
La familia Capriles se afianzó en Venezuela a través del control sobre medios impresos y un jugoso negocio inmobiliario centrado en oficinas y apartamentos de lujo en Caracas. Su llegada a España se produjo en 2013, coincidiendo con la salida de muchos venezolanos acaudalados del país tras la victoria de Hugo Chávez y el triunfo de la Revolución Bolivariana.
Este fenómeno ha llevado a The New York Times a hablar de exiliados ricos y a destacar que Madrid ha desbancado a Miami como destino preferido por los latinoamericanos ricos. Sin embargo, debemos preguntarnos por qué la riqueza es considerada un motivo para el exilio.
Por otro lado, el interés de estos voceros en enfrentar emociones a través de los fenómenos migratorios, finalmente, solo es una performance que busca enfrentar a pobres contra pobres. Su racismo también es una cuestión de clase. Entre ellos se reconocen y se protegen.
Otro sector que se ha visto afectado en relación a la llegada del exilio rico venezolano, ha sido la banca, donde destaca la figura de Juan Carlos Escotet, banquero hispano-venezolano. Escotet se inició bajo la protección del banquero nacido en Cuba Orlando Castro, y gracias a la renta petrolera venezolana y las ventajas que ofrecía pertenecer al grupo de banqueros cercanos al gobierno de Carlos Andrés Pérez, su ascenso fue rápido.
Sería inocente creer que el poder que han ido adquiriendo estos grupos, dentro de sectores tan sensibles como es el mercado inmobiliario o la banca, no esté suponiendo a su vez la consolidación de un grupo de presión interno que afecta a la política doméstica en España. Los intereses detrás de haber aupado y dado la bienvenida a esta diáspora multimillonaria y bastante corrupta venezolana en España son evidentes: tratar de derrocar el proceso revolucionario en Venezuela. El Estado español aúna razones económicas y geopolíticas para ello.
La historia se repite, y en el caso de los venezolanos opositores en España, se asemeja a la mafia cubana de Miami que ha estado detrás de múltiples atentados terroristas y de actos de injerencia política tanto en Cuba, como en otros países latinoamericanos, pero, también dentro del propio EE.UU. La historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa.