Vanesa Celma no se quitó la vida, tampoco falleció en un incendio o por amor como se había especulado previamente. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos OEA determinó que fue víctima de un femicidio. Lamentablemente, el caso no tuvo detenidos ni imputados, a pesar de que su pareja, Omar Díaz, estaba presente cuando Celma sufrió quemaduras en su cuerpo.
Vanesa Celma tenía 27 años y estaba embarazada de ocho meses cuando fue asesinada. La relación entre Celma y Díaz era tóxica y se caracterizaba por celos y violencia, la cual se intensificó cuando Celma descubrió que Díaz la engañaba con otra mujer. El día del trágico incidente, su hijo de cinco años, Alexander, escuchó una discusión entre sus padres y luego vio a su madre en llamas. Celma murió en el hospital después de cuatro meses de agonía.
La familia de Celma luchó durante 14 años para que se hiciera justicia y finalmente, en 2023, la provincia de Santa Fe reconoció su responsabilidad en la falta de investigación de los hechos que llevaron a la muerte de Celma en un contexto de violencia de género. El Estado reconoció la vulneración de derechos de Celma y sus hijos, incluyendo la integridad personal, garantías judiciales, protección de la honra y la dignidad, igualdad ante la ley, y protección judicial efectiva.
Aunque nada puede reparar el daño causado a la familia de Celma, la compensación económica que recibirán sus hijos es un pequeño paso hacia la justicia. La lucha de la familia de Celma ha llevado a avances en la justicia, incluyendo la creación de fiscalías con perspectiva de género. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para proteger a las víctimas de violencia de género y poner fin a la cultura del machismo que sigue prevaleciendo en la sociedad.