La ministra de Ciencia y Tecnología de Venezuela, Gabriela Jiménez, presentó el 12 de agosto un informe sobre los ataques cibernéticos que han afectado a diversas instituciones del país desde el 28 de julio. Un total de 25 entidades habrían sido impactadas, y se está investigando a otras 40. Se habrían registrado 30 millones de ciberataques por minuto, afectando a sitios web de prestación de servicios vinculados al Estado, incluyendo el Consejo Nacional Electoral CNE.
La ministra venezolana comparó estos datos con informes de plataformas internacionales especializadas en la prevención de ataques informáticos. La empresa estadounidense NETSCOUT señaló un aumento significativo de tráfico de datos hacia Venezuela después de las elecciones, atribuyendo el aumento a un ataque de denegación de servicios masivo mediante la amplificación de DNS. Por su parte, la empresa rusa Kaspersky confirmó que Venezuela era el país más atacado en América del Sur durante julio y agosto. El 98% de los ataques fueron realizados desde granjas de computadoras de escritorio y fuera de las fronteras venezolanas.
Gabriela Jiménez afirmó que, dado el volumen, sofisticación, duración y capacidad de incidencia de los ataques, se requeriría de una tecnología y financiamiento significativos, descartando la posibilidad de que los ataques hayan sido perpetrados por ciberdelincuentes descoordinados.
La ciberguerra es un elemento clave en las relaciones internacionales en la actualidad, y diversos organismos estatales y supraestatales de diferentes ideologías políticas y partes del mundo han desarrollado o buscan desarrollar normativas y programas de ciberseguridad avanzados. Los ataques cibernéticos forman parte de la guerra híbrida, un nuevo modo de hacer la guerra con una incidencia multifacética.
En los últimos años, se ha intensificado el uso del término guerra híbrida u otros como guerra no convencional para explicar fenómenos recientes donde no se produce una colisión militar directa, pero sí el resto de elementos antes mencionados. La ciberguerra y los ataques cibernéticos forman parte de este nuevo modo de hacer la guerra, con un nivel de incidencia polifacético.
En marzo de 2019, se produjo un ataque cibernético contra el sistema eléctrico de Venezuela, afectando al 80% del país. Los ataques al sistema eléctrico habían sido una práctica recurrente de sectores opositores al chavismo. Los ataques contra la infraestructura crítica como la electricidad tienen una capacidad de incidencia multidimensional, afectando a nivel político, económico y como forma de guerra psicológica contra la población.
El ciberataque contra el CNE en la misma noche electoral buscaba sembrar la incertidumbre sobre la fiabilidad y rapidez del sistema de voto electrónico en el país. El chavismo ha hecho de las elecciones una de sus banderas, y la narrativa mediática y política internacional ha instalado una histérica impaciencia, aumentando la percepción de incertidumbre y profundizando en la guerra de nuevo tipo contra el proyecto popular en el país.