Sogamoso celebra 214 años como villa con gobierno propio 6 de septiembre de 1810.

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Han pasado 70 años desde que entró en funcionamiento el Alto Horno de Acerías Paz del Río, una de las factorías más grandes construidas en Colombia y la tercera de su tipo en Latinoamérica. Ubicada en Sogamoso, este complejo industrial trajo consigo una serie de cambios y transformaciones en la localidad y sus alrededores.

En el momento de su inauguración, en septiembre de 1954, la empresa contaba con una plantilla de trabajadores que fluctuaba entre 7.000 y 13.000 personas, quienes se desplazaban diariamente desde diferentes municipios de la provincia de Sugamuxi. Además de los habitantes locales, llegaron a la zona una gran cantidad de inmigrantes de otras regiones del país, así como extranjeros de diversas nacionalidades. Entre ellos, se encontraban alemanes, encargados de las minas; franceses, quienes habían vendido parte de la maquinaria y se encargaron del montaje y la enseñanza de su operación; y mexicanos, quienes se encargaron de montar, operar y enseñar el manejo de la Planta de Fuerza.

La llegada de esta diversa población a Sogamoso, una ciudad tranquila y acostumbrada a los intercambios comerciales, trajo consigo una gran variedad de idiomas, acentos, rostros y costumbres. Los zaguanes de las casas vetustas fueron adaptados para acomodar a los foráneos y surgieron nuevos establecimientos que ofrecían una amplia variedad de licores extranjeros.

La presencia de Acerías Paz del Río también tuvo un gran impacto en la economía local. Muchos de los trabajadores de la zona abandonaron sus labores agrícolas para unirse a la empresa, lo que provocó una escasez y encarecimiento de los productos cultivados en la comarca. Además, la ciudad carecía de los servicios públicos necesarios para atender a una población tan grande y diversa.

A pesar de estos desafíos, la sociedad ha aprendido a adaptarse a la presencia de Acerías Paz del Río y hoy, 70 años después, la empresa sigue desempeñando un papel importante en la historia y vida de los habitantes de Sogamoso. Aunque la llama del Alto Horno ya no produce los mismos alteraciones que en sus inicios, su influencia sigue siendo notable y ha llevado a la sociedad a evolucionar y adaptarse a los cambios.