Fuera había comenzado a caer un aguacero. Una lluvia fría y sucia, que más bien parecía fragmentos de vidrios rotos que agua. Matilde lo observaba desde la ventana frente a su cama, mientras las nubes grises se extendían por el cielo. Un sentimiento de desolación la invadía, su cuerpo temblaba, no solo por el brusco cambio de temperatura, sino también por la tristeza que se había apoderado de ella. Se dio la vuelta y vio la marca en la almohada donde antes descansaba la cabeza de Luis. Colocó su mano sobre ella, deslizándola luego por la sabana en un vano intento de recuperar el calor de su cuerpo. Inspiró hondamente, tratando de percibir su aroma, pero solo logró sentir un nuevo olor, diferente al que había conservado en su memoria durante todos esos años.
Sintió que no era casual que Luis hubiera aceptado que no habría una segunda vez después de ese encuentro. Quizás, tal como ella echaba de menos al Luis que ya no existía, él también lo hacía con ella. Matilde había comprendido desde el principio que, a pesar de que habían compartido momentos juntos en el pasado, ahora eran solo extraños con vidas completamente ajenas.
Recogió su ropa del suelo y se vistió con desgano, deseando empaparse en esa lluvia fría y sucia que caía.
Aura Encinales
23 de julio de 2024
Soy Aura Encinales Ardila, miembro de la Comunidad Virtual de Historias. He participado en diferentes espacios de la comunidad, como concursos, talleres, y como tutora y profesora. Me he dedicado a crear motivación y a buscar mejores herramientas y recursos narrativos que faciliten el proceso de escritura de los miembros. Mi compromiso con estos propósitos se deriva de mi pasión por la literatura.