La Cámara del Crimen de Río Gallegos llevará a cabo este miércoles el juicio a un hombre y su pareja acusados de torturar a sus tres hijos, dos varones y una niña de entre 10 y 13 años. Los niños sufrían golpizas, encierro y eran forzados a comer excrementos y vómito. Los acusados, David F. y Roxana V., ambos de 33 años en el momento de los hechos, se enfrentarán a cargos de lesiones graves calificadas por ensañamiento y alevosía, amenazas y reducción a la servidumbre. Las posibles penas van desde los 8 hasta los 20 años de prisión.
El caso salió a la luz en julio de 2021, cuando los dos varones, de 13 y 10 años, huyeron de su departamento en el centro de la capital de Santa Cruz y acudieron a la comisaría para denunciar los maltratos. Los niños relataron a la policía que eran torturados, obligados a comer heces y vómito, golpeados con un tubo y encerrados todo el día. La rotura de una tableta y el miedo a ser castigados más severamente motivó su huida.
Tras las denuncias, la jueza Marcela Quintana ordenó la detención de la pareja en diciembre de 2021, luego de las cámaras Gesell con los menores y los exámenes médicos que confirmaron lesiones compatibles con torturas. El defensor Jorge Godoy, de la Defensoría Pública Oficial de Niños, Niñas y Adolescentes N°2 de Santa Cruz, destacó que gracias a la rotura de la tableta y al miedo a morir, los niños pudieron escapar de su situación.
Godoy también señaló que, en el contexto de la pandemia de Covid-19, los niños estaban encerrados y no asistían a la escuela, lo que dificultaba la detección de abusos. Antes de vivir con su padre y su pareja, los niños habían abandonado el hogar de su madre biológica debido a los maltratos de su padrastro. La madre se encontraba involucrada en un caso de drogas, y los niños se encontraban en una situación de extrema vulnerabilidad.
La situación de los niños empeoró cuando la pareja comenzó a golpearlos, a veces con puños cerrados y otras con un cinturón o un tubo metálico. La mujer llegó a deformar la oreja del menor y succionar la sangre con una jeringa. Los niños incluso llegaron a hacer un pacto suicida por temor a su madrastra. El menor de los hermanos, aterrorizado, llegó a defecarse encima y ser obligado a comerse sus propias heces. En una ocasión, la niña vomitó durante la comida y la detenida la obligó a comer del mismo plato con el vómito.
El mayor de los hermanos, de 16 años, declarará en el juicio y relatará su experiencia. El menor, debido a su edad, no podrá declarar, pero quiere expresar sus expectativas sobre el proceso. Se espera que el juicio dure más de un día debido a la gran cantidad de pruebas y testigos. Aunque las pruebas son contundentes, el defensor señaló que será necesario demostrar cada delito y sus agravantes, que pueden influir en las condenas.