La supuesta solidez de la democracia liberal europea se tambalea, y con ella, valores como el Estado de derecho y la libertad de prensa. Mientras en el Reino Unido los más desfavorecidos se enfrentan entre sí, el gobierno más belicista de la Unión Europea ha vuelto a ser elegido con los mismos rostros que nos han traído hasta aquí.
En medio de este panorama, el periodista de doble nacionalidad ruso-española, Pablo González, ha sido liberado gracias a un intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania. González, cuyo nombre en ruso es Pavel Rubtsov, nació en Rusia de padre ruso y madre española, hija de un niño de la guerra civil española acogido en la Unión Soviética.
Sin embargo, en los medios de comunicación españoles se ha criticado a González por tener dos pasaportes, algo que siempre ha sido público y no contradice la legalidad. De hecho, fue el argumento utilizado por el gobierno polaco para su detención en 2019, pero tras dos años y medio de prisión preventiva, no se ha podido presentar ninguna acusación formal contra él. Por lo tanto, seguir utilizando este argumento carece de fundamento jurídico y solo sirve para intoxicar mediáticamente.
González fue detenido en Polonia mientras cubría la llegada de refugiados ucranianos, un tema que había cubierto anteriormente y que encajaba en su labor profesional denunciando las acciones del gobierno polaco de extrema derecha, especialmente en relación al trato a los migrantes en su frontera. Sin embargo, algunos periodistas en España están acusando a González de ser una pieza de desestabilización en Polonia, ignorando las críticas generalizadas al gobierno polaco por parte de la Unión Europea y las instituciones europeas.
La detención de González fue un aviso a los periodistas y una forma de reescribir la historia reciente con el fin de justificar la actuación en Ucrania. Además, su doble nacionalidad lo convirtió en el centro de atención de la rusofobia que se extendía en la carrera de propaganda.
Desafortunadamente, el Gobierno español no ha hecho más que confiar en el sistema polaco, mientras que los compañeros de profesión de González en España han obviado su caso. Ahora, se está produciendo una campaña de desprestigio contra González a través de los medios de comunicación y las redes sociales, con el fin de ocultar las miserias de una Unión Europea que ha tenido a un periodista secuestrado durante más de dos años sin pruebas ni acusación formal.