El congresista Jaime Raúl Salamanca, recientemente elegido como presidente de la Cámara de Representantes, optó por celebrar su triunfo de una manera inusual y cercana a su corazón. En lugar de hacerlo en un club de Bogotá o Tunja, o incluso en una plaza pública rodeado de políticos, el representante decidió pasar tiempo con un grupo de campesinos en una finca del municipio de Úmbita.
Salamanca, quien había prometido antes de la elección celebrar con un grupo de labriegos sin importar el resultado, se unió a ellos para disfrutar de un pedazo de carne asada, papa salada, ají de calabaza, rubas y tomate, acompañado de una cerveza. El objetivo de este festejo, según el mismo Salamanca, era agradecer a los campesinos de Boyacá por su apoyo y estar cerca de su gente, ya que considera que ha sido difícil pasar más tiempo en el campo debido a sus obligaciones como congresista.
A pesar de que los cócteles y las reuniones formales pueden ser comunes en el mundo político, Salamanca prefiere la compañía de los labriegos, incluso si eso significa escuchar críticas, reclamos y consejos. Su elección de celebración demuestra su compromiso con la comunidad campesina y su deseo de mantenerse conectado con sus raíces, aun en su nuevo cargo de importancia.