Bitcoin, un protocolo sin discriminación, se ha ganado la reputación de ser dinero para enemigos. Su naturaleza abierta y accesible lo hace ciego a quién lo utiliza, ya sea un político, una figura financiera tradicional o alguien considerado antiguo excluyente. La descentralización y la resistencia a la censura de Bitcoin no significan que solo ciertos tipos de personas puedan usarlo, sino más bien que cualquiera puede hacerlo sin restricciones.
Ha habido una idea errónea de que con la estatización o adopción de Bitcoin por parte de las instituciones financieras establecidas, ha perdido su propósito original. Sin embargo, esto es una falta de comprensión sobre la esencia de Bitcoin, que ha tenido múltiples narrativas a lo largo de su historia. Bitcoin ha sido y sigue siendo diferentes cosas para diferentes personas en diferentes momentos. Algunos lo consideran dinero, otros un activo especulativo, y algunos incluso lo utilizan para evadir impuestos. Pero lo que permanece inmutable es su apertura.
Bitcoin está abierto a cualquier caso de uso que no viole sus reglas de consenso. No importa si eres un inmigrante sin papeles, un traficante de drogas o Donald Trump, todos pueden usar Bitcoin siempre y cuando sigan sus reglas. Esto es una de sus revoluciones más grandes: no hay porteros, cualquiera puede unirse.
Aunque Bitcoin no necesita ser adoptado masivamente para funcionar, su utilidad se amplifica al aumentar su adopción y la diversa inventiva humana hace florecer nuevos casos de uso. Sin embargo, es importante recordar que el verdadero valor de Bitcoin reside en su red y no en el activo en sí. Cuando las personas comprendan esto, entenderán su verdadero potencial y podrán usarlo sin restricciones.
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