Inglaterra se alza como vencedora en un emocionante partido frente a Suiza, pero a un precio Con Gareth Southgate en el banquillo, la selección británica se ha acostumbrado a vivir en la cuerda floja, donde el triunfo solo llega después de experimentar momentos de intenso sufrimiento.
La prensa británica ha sido implacable con Southgate, criticando su pertinaz negativa a realizar cambios en la alineación a pesar del decepcionante juego exhibido durante la Eurocopa. En particular, se ha señalado el mal uso de Foden en la banda izquierda y la incapacidad del equipo para desplegar ataques efectivos.
No obstante, en los cuartos de final, Southgate finalmente accedió a modificar el esquema, cambiando de un 4-2-3-1 a un 3-4-3 más ofensivo. Foden y Bellingham actuaron como mediapuntas, mientras que Saka, el jugador destacado del encuentro, se desempeñó como carrilero por la derecha. Aunque Inglaterra dominó el balón y exhibió un juego más fluido, no logró concretar tantas ocasiones como hubiera deseado.
El gran perjudicado de este cambio táctico fue Trippier, cuyas posibilidades de ser titular en el próximo partido frente a Países Bajos se ven ahora muy reducidas. Trippier, diestro, jugó en la banda izquierda, donde se mostró incómodo y sin profundidad, a diferencia de Saka, quien brilló en la banda derecha.
La titularidad de Trippier podría verse aún más amenazada si Luke Shaw se recupera completamente y Southgate decide alinearlo como carrilero, dado que Shaw es zurdo y natural en esa posición. Sin embargo, la solidez defensiva de Inglaterra ha sido satisfactoria, lo que podría llevar a Southgate a mantener a Trippier en el once titular, siempre y cuando siga rindiendo en defensa.
En resumen, Inglaterra obtuvo una victoria agónica frente a Suiza, pero a un costo elevado. La incertidumbre sobre el once titular y la posible titularidad de Trippier en el próximo partido mantienen en vilo a los aficionados, mientras la selección británica continúa su andadura en la Eurocopa.