La crisis de la menstruación en Venezuela alarma a la comunidad internacional Millones de niñas, adolescentes y mujeres en Venezuela se enfrentan a la pobreza menstrual, una situación desgarradora que afecta su salud, dignidad y oportunidades.
Imagina a Lucía, una valiente adolescente de 16 años, sentada en el sofá de su prima con los ojos llenos de lágrimas y una sonrisa tímida en el rostro. Ella acaba de recibir un gran paquete de toallas sanitarias, recolectadas por sus amorosas primas. Lucía es una de las muchas venezolanas que luchan por mantener una higiene menstrual adecuada, ya que los productos de higiene menstrual son considerados artículos de lujo en medio de la crisis económica del país.
La pobreza menstrual no solo se refiere a la falta de acceso a productos de higiene menstrual, sino que también abarca las dificultades para acceder al servicio de agua, una gestión de desechos precaria y una limitada educación sobre la gestión menstrual. Esta situación afecta a la mitad de los hogares venezolanos que viven en pobreza multidimensional, y ha dejado a una de cada cuatro mujeres venezolanas sin acceso a productos de higiene menstrual.
El bajo poder adquisitivo es la principal razón por la que las mujeres no pueden acceder a los productos de gestión menstrual en Venezuela. Una mujer debe ganar al menos 3 sueldos mínimos para cubrir sus necesidades menstruales, una cifra difícil de alcanzar cuando el salario mínimo mensual es de solo 3,7 dólares.
Las alternativas a los productos de higiene menstrual, como bolsas de cemento usadas, pueden provocar infecciones vaginales y otros problemas graves de salud. La falta de educación sexual y la estigmatización de la menstruación contribuyen a esta crisis, y es esencial abordar estos temas para garantizar la salud y la dignidad de las mujeres en Venezuela.
El Estado y la sociedad deben unirse para implementar políticas públicas que garanticen el acceso a productos de higiene menstrual, restauren el servicio de agua y promuevan la educación menstrual en las escuelas y comunidades. Solo así podremos poner fin a la pobreza menstrual y empoderar a las mujeres venezolanas. Es hora de actuar y garantizar que todas las mujeres tengan acceso a la higiene menstrual que merecen