Atención El temible cártel mexicano, conocido en todo el mundo, se renueva generacionalmente y se convierte en un desafío sin precedentes para las autoridades encargadas de garantizar la seguridad pública.
El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos ha reconocido oficialmente a la siguiente generación de lo que también se conoce como el cártel del Pacífico, integrada por jóvenes nacidos entre 1996 y 2004. Imagínese Jóvenes de apenas 27 y 28 años, como los hermanos Arturo D’Artagnan y Porthos Marín González, líderes en operaciones de lavado de dinero y compra de fentanilo a través de un negocio de venta de celulares en Culiacán, Sinaloa.
Pero no se trata solo de estos dos hermanos. La lista del Departamento del Tesoro incluye a Adilene Mayre Robledo Arreondo, de 28 años, nacida en 1997, cuyo rol en el cártel es de concretar tratos millonarios de fentanilo y reclutamiento de vendedores de drogas. Y a Jesús Tirado Andrade, nacido en 1996. Increíble, pero cierto
Esta nueva generación no son simples reclutas en los escalones más bajos del crimen organizado, sino líderes con complejas tareas que garantizan el éxito financiero de la empresa criminal. Los jóvenes directores del delito.
Ioan Grillo, autor de varios libros sobre narcotráfico, opina que estos jóvenes han crecido y conocen la violencia como algo normal, ya que nacieron en plena guerra contra el narco.
En México, la detención de El Humberto, mano derecha de Néstor Isidro Pérez Salas o El Nini, ex jefe de seguridad de Los Chapitos, da cuenta de este cambio de guardia. El Humberto, nacido en el 2001 y con apenas 23 años, tenía una ocupación clave para la supervivencia de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán: coordinar el trasiego de armas largas desde Estados Unidos hasta Sinaloa.
El cambio de generación no solo implica dígitos en la edad de los más buscados, sino un reto para cualquier estrategia de pacificación. A diferencia de la primera generación que buscaba romper con el círculo de la pobreza, la nueva casta va detrás de la reputación.
Para Víctor Hernández, especialista en seguridad nacional de la Universidad Panamericana, una clave para adaptar las nuevas políticas de seguridad a los nuevos tiempos está en observar lo que hacen las Fuerzas Armadas. El Ejército y el narco reclutan de la misma manera. Del lado de las Fuerzas Armadas está el ofrecimiento de la estabilidad laboral, mientras que el crimen organizado ofrece intensidad laboral: hay buen dinero desde el principio, aunque desde las coordenadas de la Ciudad de México un sueldo de 30 mil pesos al mes no parezca mucho. Ambos ofrecen estatus.
Con el cambio de generación, también las tácticas se hicieron más violentas. El cártel de Sinaloa ha hecho un relevo generacional frente a los ojos del país. Falta que ese cambio generacional, y de enfoque, ocurra también en una nueva táctica para pacificar a México.