Explosivo El infame empresario libané-mexicano, Jean Touma Hanna Succar Kuri, conocido por liderar una siniestra red de explotación sexual infantil, ha muerto en prisión mientras cumplía una condena de 94 años por pornografía infantil y corrupción de menores. Su muerte se produjo en un hospital de Cancún, luego de complicaciones cardíacas que lo llevaron a la tumba.
El oscuro legado de Succar Kuri se remonta a 2005, cuando la periodista Lydia Cacho expuso sus crímenes en su libro Los Demonios del Edén. La meticulosa investigación de Cacho desenmascaró una red de pederastia bien tejida entre figuras poderosas del mundo económico y político de México.
El ascenso de Succar Kuri al poder y la riqueza comenzó en su adolescencia, cuando llegó a México y comenzó a construir un imperio comercial en el creciente destino turístico de Cancún. Sin embargo, detrás de la fachada de un exitoso empresario, Succar Kuri ocultaba una oscura faceta: el turismo sexual y la explotación de menores.
El negocio ilícito de Succar Kuri generaba ganancias multimillonarias y estaba directamente relacionado con el abuso sexual, el secuestro y la explotación infantil. De acuerdo con información del Senado de la República, en México son explotados sexualmente entre 80 y 85 mil niños y niñas, y el país ocupa el primer lugar en difusión de pornografía infantil en el mundo.
La investigación de Lydia Cacho también reveló vínculos con personajes poderosos del círculo más cercano de Succar Kuri, como el empresario Kamel Nacif y el exgobernador de Puebla, Mario Marín. Ambos negaron las acusaciones y afirmaron no ser amigos de Cacho, pero la periodista ganó un juicio en su contra en 2007.
Tras la muerte de Succar Kuri, queda la enorme deuda del sistema de justicia mexicano con los niños víctimas de abuso y explotación sexual. Su legado de horror y corrupción debe servir como un recordatorio de la necesidad de luchar contra estos crímenes atroces y proteger a los más vulnerables de nuestra sociedad.