El 11 de junio de 1993, Colombia quedó conmocionada por un trágico acontecimiento que enlutó el mundo del vallenato. Rafael Orozco, uno de los artistas más exitosos del momento, fue asesinado a los 38 años frente a su esposa e hijas. La noticia causó conmoción e incertidumbre en la población, ya que no había una razón aparente para atentar contra su vida.
Orozco, conocido cariñosamente como Rafa, fue sorprendido por una lluvia de balas cuando se encontraba en una fiesta con su familia. Al salir de su hogar en busca de algunos músicos, recibió nueve disparos que le quitaron la vida. Su esposa, Clara Cabello, y sus tres hijas, Wendy, Kelly y Lorraine, fueron testigos de la escena más dolorosa de sus vidas.
La investigación posterior reveló que el móvil del crimen fue pasional. Rafael mantenía una relación extramatrimonial con María Angélica Navarro, una joven que también tenía nexos con José Reinaldo Fiallo Jácome, un integrante de uno de los carteles de droga más peligrosos de Colombia. La Fiscalía calificó el caso como un crimen pasional, lo que llevó a la detención de Fiallo, quien habría ordenado el asesinato por venganza.
La amante de Rafael tuvo que declarar ante las autoridades y admitió haber sostenido una relación con el artista durante tres años. Su confesión ayudó a las autoridades a dar con la verdad y a esclarecer el crimen. Francisco Corena y Alonso Ariza también estuvieron involucrados en el asesinato, ya que fueron quienes sacaron a Rafael de su casa esa noche. Sergio González, apodado Tato, fue el encargado de dispararle a quemarropa.
La muerte de Rafael Orozco sigue siendo uno de los crímenes más recordados en la historia de Colombia. Su música y legado siguen vivos en el corazón de sus fanáticos y su trágica muerte sigue siendo una herida abierta en la memoria colectiva del país.