El nombre de Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, se ha grabado en la historia como uno de los narcotraficantes más poderosos y peligrosos que México haya conocido. Su infame reinado al frente del Cártel de Sinaloa y sus espectaculares fugas de dos penales de máxima seguridad lo han consagrado como el rostro más emblemático del problema del narcotráfico que ha aquejado a México y Estados Unidos durante décadas.
El pasado de El Chapo como un humilde agricultor en La Tuna, Badiraguato, quedó atrás cuando su habilidad para los negocios sucios y su capacidad de sobornar a las autoridades lo llevaron a la cima del hampa mexicana. Sin embargo, antes de convertirse en el hombre más buscado del mundo por el gobierno estadounidense, la leyenda de El Chapo Guzmán se forjó con un violento episodio: el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en 1993.
En una reciente carta escrita desde su reclusión en la prisión estadounidense de súpermáxima seguridad ADX Florence, El Chapo ha dado su versión sobre los hechos que rodearon el asesinato del cardenal. Asegura que no tuvo nada que ver con el ataque armado que le arrebató la vida al entonces arzobispo de la Arquidiócesis de Guadalajara.
La versión oficial del gobierno mexicano apuntaba a que el sacerdote había quedado en medio de un fuego cruzado entre la gente de El Chapo y sus acérrimos enemigos del Cártel de Tijuana. Se afirmaba que ambas organizaciones delictivas sostenían rencillas por el control del lucrativo negocio del tráfico de drogas así como de rutas y plazas, lo que motivó a los hermanos Arellano Félix a ordenar el asesinato de El Chapo Guzmán.
Sin embargo, El Chapo no se quedó de brazos cruzados y buscó una inusual cooperación con el gobierno estadounidense, en específico, con su agencia antidrogas, la DEA. En 1997, cuatro años después de que El Chapo fuera recluido en el Penal de Puente Grande, un hombre que se identificó como cuñado de El Chapo se presentó en la Embajada de Estados Unidos en la Ciudad de México y ofreció información relevante sobre el Cártel de Tijuana a cambio de una reunión con la DEA.
Así comenzó la colaboración entre El Chapo y la DEA, en la que el narcotraficante ofreció información sobre el Cártel de Tijuana a cambio de ayuda para deshacerse de sus enemigos. A pesar de que la DEA rechazó el acuerdo, El Chapo siguió colaborando con la agencia antidrogas, lo que eventualmente llevó al debilitamiento y desmantelamiento del Cártel de Tijuana.
La interrogante sobre si la DEA trabajaba para El Chapo o si el Cártel de Sinaloa colaboraba desinteresadamente con la agencia antinarcóticos se resolvió con la extradición a Estados Unidos de El Chapo años más tarde. A pesar de que El Chapo utilizó a la DEA para quitar de su camino a sus enemigos, la agencia antidrogas no dejó de investigarlo.
Hoy en día, El Chapo cumple una condena en una diminuta celda con condiciones sumamente limitadas en ADX Florence, pero su mito prevalece como un referente del narcotráfico en México y del violento legado que dejó.