La inteligencia emocional IE se ha vuelto un tema de gran interés para los expertos en la materia. Se trata de la capacidad de una persona para gestionar sus propias emociones y comprender las de quienes le rodean. De acuerdo con Mental Health America, esta forma de inteligencia involucra aspectos como la autoconciencia, la autorregulación, la motivación, la empatía y las habilidades sociales.
Las personas con un alto nivel de IE pueden identificar cómo se sienten, cómo esos sentimientos afectan su comportamiento y cómo influyen en su interacción con otras personas. Además, son capaces de comprender y manejar las emociones de los demás, lo que resulta clave en la comunicación efectiva.
En este sentido, el psicólogo Albert Mehrabian desarrolló la conocida regla 7-38-55, que plantea que el significado de lo que se quiere transmitir se distribuye en tres áreas: el 7% son las palabras, el 38% es el tono de voz y el 55% es el lenguaje corporal. Aunque algunos expertos han puesto en duda la veracidad de estos porcentajes, la regla en sí misma sigue siendo útil para lograr una comunicación efectiva.
Según Sebastián Ibarzábal, psicólogo y especialista en comunicación, el método se relaciona intrínsecamente con la psicología, porque esta es una disciplina que estudia en profundidad recursos y habilidades como la empatía, la comprensión emocional y la capacidad de interpretar las señales no verbales en el desarrollo de relaciones saludables y la resolución de conflictos.
Sin embargo, Ibarzábal también advierte que se debe tener en cuenta el contexto en el que se da la interacción, ya que no es lo mismo una instancia formal que una en la que los interlocutores tienen confianza y hablan de temas personales. Si bien las palabras elegidas pueden ser las mismas, la entonación, el timbre, la postura corporal y los gestos probablemente sean muy diferentes. Lo cual revela el proceso interno que la persona está transitando en cada momento y cómo está evaluando cada situación, enfatizó.
En definitiva, la regla 7-38-55 puede ser una herramienta útil para lograr una comunicación efectiva, especialmente si se tiene en cuenta el contexto y se utiliza con autenticidad y empatía. La escucha activa y la comunicación clara también son fundamentales para un diálogo saludable y productivo.