La reciente encarcelación de los creadores de Samourai Wallet representa un nuevo abuso de poder por parte del gobierno de los Estados Unidos sobre la privacidad, la libertad financiera y el uso de efectivo. Se les acusa de transmitir dinero sin licencia y de incumplir las estrictas medidas contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo.
En primer lugar, se les acusa de lavado de dinero, un delito que en cualquier sistema legal libertario no sería considerado un crimen. En un sistema minarquista, capitalista, libertario, anarquista o agorista, para que haya un delito debe haber una víctima. Es decir, no se permite castigar a nadie a menos que haya dañado a otra persona. Para que haya una víctima, debe haber un daño no consentido sobre otra persona. Sin embargo, el delito de lavado de dinero, según la ley positiva vigente, consiste básicamente en ocultar el origen ilícito de fondos obtenidos mediante actividades ilegales, con el fin de integrar ese dinero ilegalmente en el sistema financiero legal y dar la apariencia de que proviene de actividades legítimas. En otras palabras, un delito sin daño.
Además, el financiamiento del terrorismo se define como la asistencia financiera a una entidad dedicada a dominar a otros con base en el terror impartido. Sin embargo, en casos como Samourai Wallet, Tornado Cash, Silk Road y muchos otros similares, el Estado ha omitido en demostrar la asistencia financiera a los terroristas que supuestamente combate. Si se quisiera verdaderamente combatir el financiamiento del terrorismo, se debería empezar por combatir la recaudación impositiva y la impresión de dinero, instrumentos financieros claves que aportan a la economía del único terrorista debidamente demostrado: el Estado.
En resumen, el Estado no tiene legitimación para emitir y controlar licencias y permisos que son inherentes a cada ser humano por su propia naturaleza humana. El Estado no debería intervenir en las acciones privadas de los hombres que no afecten a terceros. Afortunadamente, Bitcoin soluciona este problema al desfinanciar al Estado y permitir la transmisión de valor en forma descentralizada, p2p, sin intermediarios. Aunque el camino hacia la hiperbitcoinización no será fácil, estoy seguro de que la batalla por la libertad será ganada por la humanidad en su conjunto.