
En el ámbito del fútbol profesional colombiano, es habitual que los equipos campeones del primer semestre experimenten una disminución en su rendimiento durante la segunda mitad del año. Dicha caída se debe a diversos factores, entre los que destacan el agotamiento físico y emocional tras una campaña agotadora, la falta de incorporaciones que mantengan la competitividad del plantel y una potencial pérdida de ambición una vez conseguido el objetivo. Estos factores se ven exacerbados por un contexto adverso: los rivales se fortalecen y afinan su estrategia contra el campeón, quien por su parte, suele mantener su formación sin realizar variantes tácticas significativas. Todo ello da lugar a un escenario de riesgo, tanto en lo deportivo como en lo anímico, que puede llevar rápidamente a borrar los logros alcanzados. Este será el reto al que deberá hacer frente Independiente Santa Fe tras su victoria en la décima estrella, una hazaña sorprendente y gloriosa. Con Hugo Rodallega como abanderado del coraje — al estilo del Rey León que, incluso herido, ruge para guiar a su manada— el equipo capitalino alcanzó la cima. Se trataría de un cierre perfecto si Rodallega decidiese retirarse en este momento, como campeón y ganador del Botín de Oro.
Sin embargo, el segundo semestre de 2025 se presenta con nuevos desafíos, ya que los logros ya no causan la misma sorpresa y las exigencias se multiplican. El ejemplo reciente del Atlético Bucaramanga en 2024 es ilustrativo: tras vencer a Santa Fe en la final y conquistar su primera estrella, el club prescindió de Rafael Dudamel a consecuencia de sus malos resultados en el siguiente torneo, a pesar de su nueva condición de ídolo eterno.
En este contexto, Rodallega deberá decidir entre retirarse y salir por la puerta grande o continuar por el ímpetu del momento, sabiendo que en cualquier caso corre el riesgo de ser reemplazado en el futuro por la afición —tal y como ocurre en la selva—. Para este semestre, Santa Fe deberá defender no solo el título, sino también la memoria de una hazaña que, de no mantenerse, podría esfumarse en el olvido en el feroz mundo del fútbol colombiano. Y como lo dijo de forma magistral Julio Comesaña, en el fútbol solo hay un paso entre el cielo y el infierno. Esta breve pero demoledora frase capta la fragilidad emocional y profesional que envuelve a nuestro deporte rey. En Colombia, la gloria no garantiza seguridad y la gratitud tiende a durar poco tiempo. Un solo período desfavorable basta para que el héroe se convierta en villano en un entorno en el que la pasión, intensa pero efímera, domina sobre la razón. Santa Fe y Rodallega lo saben: hoy son aclamados... y mañana Eso nadie lo sabe.
Antes de concluir, permítanme rendir un homenaje a dos incondicionales hinchas de Santa Fe que alentaron a su amado equipo toda su vida y que fallecieron sin ver la décima estrella: los respetados profesores Jaime Vargas Izquierdo y Fadul Álvarez. Que la gloria cardenal les pertenezca también a ellos allá donde ahora alientan desde la tribuna eterna.,